TT Isla de Mann e Irlanda

por gonzalo cerra 20/12/2015

0 Tienen los gatos de la isla de man cola?

Cuenta la leyenda que no, y como era una duda que me corroía el alma decidi ir a comprobarlo.
No se si me empeñé yo o se empeñó el viaje en mi. Parecía que todo se cuadraba para que tuviera que ser este año y a la vez tenia el mar de dudas habitual en estas ocasiones. No es que no quisiera, no, pero lo veía tan complicado, tan inaccesible que no me decidía. Era mucho dinero, teníamos clase (lectiva, no personal...), habia que cuadrar las vacaciones... En diciembre no quise reservar, en enero no me atreví, en marzo no nos decidimos mientras coqueteabamos con otros destinos pero cuando Ruben confirmo las fechas de sus vacaciones, Metzeler nos daba alojamiento gratis en la isla, yo ya tenia mis vacaciones pedidas en esa fecha y todavía quedaban plazas en el ferry a primeros de abril, nos liamos la manta a la cabeza comprando los billetes. Nos vamos a la Isla de Mann, a ver los famosos gatos!.
Coincidia casualmente con un evento de locos llamado Tourist Trophy. A saber...
Eso si, optamos por ir por la via larga, como no podia ser menos; ya que vamos, aprovechamos! Empezamos a mirar rutas por Irlanda en sentido horario, observando las recomendaciones habituales de paisajes, no hubo mucha complicación para mirar los hoteles, F1 en Francia, albergues en Irlanda y a preparar la mochila! Una vez decidido a ver discurrir lentamente tiempo que faltaba, ya una semana antes de salir lo tenia todo organizado y no hacia deporte por no lesionarme. La moto preparada, nuestro primer viaje juntos y no va a ser el ultimo...

I Gijon - Burdeos

Amaneció el sabado 24 de mayo. Dia de partida, gris pero no lluvioso. Suficiente. Nos ponemos en marcha sin grandes madrugones, no somos gente de excesos para estas cosas.

Como primera sorpresa no soy yo esta vez quien más equipaje lleva. Salimos con el retraso habitual y por autopista hasta Bilbao, con la parada técnica habitual en Gornazo. Está fresco, cambiamos a guantes de invierno y en Bilbao comienzan los lios, las señales te conducen subrepticiamente a la ronda de peaje...Mierda de pais, siempre con estos trucos para robarte...
Luego nos metemos en más lios, decidimos hacer caso a la ruta sugerida por Google Maps y es una pesadilla tras otra, no encontramos las señales adecuadas, la capacidad del GPS roza la estupidez supina, pregunto y no me saben orientar, entramos en pueblos sin señalizacion o con señales que no están en castellano, no entiendo porque se usa la lengua como arma arrojadiza, sufrimos carreteras de mierda, puertos en obras y el tiempo que corre en nuestra contra mientras disfrutamos de la belleza del interior del pais vasco. Llegamos a comer por los pelos a Oiartzun el unico plato caliente de todo el viaje. Esta vez en el Tolare para variar. Suspendemos parte de la ruta y vamos directos a Burdeos, la gran duna tendrá que esperar. El sol brilla al entrar en Francia y apreciamos con desagrado que donde antes era autopista, ahora hay peajes pero todo sigue como estaba el año pasado con los mismas obras, aunque en este pais siempre hay descuento para motos.
Burdeos nos recibe bulliciosa y alegre, de fiestas. En la orilla del rio se celebra la inauguracion de la regata Le Solitaire Le Figaro, que pasa por mi Gijon natal. Aqui organizan la presentacion de los barcos, verbena, tiendas, bares y orquesta. Así planteado parece la bomba pero no hay que olvidar que hay que verlo todo desde la perspectiva francesa, o sea que no dejaba de ser una fiesta desnatada..

Burdeos es monumental y ciertamente bonita, de cuidada iluminacion, piedras de color tostado, farolas de laton, adoquines limpios y la tipica, elegante y común arquitectura francesa en edificios. Sin miedo tiramos las motos a la sombra de una coqueta iglesia y nos dedicamos a patear piedra. Hay una parte del centro llena de restaurantes de diseño y tiendas pijas. La parte de la catedral se presenta mucho más mundana y pobre, mas de emigrantes y restaurantes economicos. Volvemos a la parte más bohemia y acabamos cenando en un vietnamita dado que casi todo lo demás estaba lleno. Es sorprendente la cantidad de pijolindos que hay en esta ciudad. Hipsters, pijogrunges, pseudohorteras de nuevo cuño, gabardinas con zapatillas deportivas, chavales lampiños con bigote, alguno con frac y gorra fosforito, se lleva fumar en pipas y los sombreros cool.
En general, el ambiente en la ciudad es jovial, estudiantil, a rebosar de vida y alegria. Nocturneamos un rato sin ver la final de la champions, solo deambulando sin destino y nos vamos para cama que esto acaba de empezar.

II Burdeos - Caen

El hotel F1 Burdeos-centro dista bastante de estar centrico, yace en medio de un poligono industrial, a la orilla del ancho rio pero tiene una pasteleria cercana para desayunar que ofrece unos pasteles riquisimos. Tras disfrutar del desayuno y tras otro ratito de entretenimiento jugando al “donde están las llaves” nos ponemos en marcha.
De Burdeos a Angouleme y Poitiers, el paisaje es monotono y aburrido, emocionalmente árido. En Poitiers pasamos junto al Futuroscope, en su dia vanguardia del futuro y ahora recuerda sospechosamente a tantos monumentos vacíos.

Conforme continuamos hacia Le Mans se nos van quitando las ganas de cortarnos las venas. Aunque sigamos haciendo miles de millones de rotondas de todas las formas, redondas, cuadradas y triangulares, ya hay alguna curva ligera y la carretera se vuelve un largo pasillo arbolado entre granjas y pequeños pueblos. El ambiente ha perdido el aire de dulce laissez faire, de lánguido y decadente aire vacacional para convertirse en una comunidad agricola de postal que atravesamos veloces gracias a la excepcional educacion de los conductores franceses. Para comerselos a besos...
Antes de darnos cuenta estamos en el circuito de las 24h de Le Mans, las vallas y la publicidad al borde de la cuneta asi lo atestiguan. Con ayuda del GPS llegamos a la archiconocida puerta de entrada, aparcamos y nos metemos al interior de circuito sin vergüenza, se celebran las famosas 24 h de Le Mans de patinaje, nos da la risa, echamos un par de fotos y nos volvemos a comer al parking, donde el sol pega más fuerte y la megafonía no aburre.

Tras comer entramos al museo de las 24h, 8€ y adentro, el museo está bien, hay coches originales y algunas réplicas. Para mi son indiscutiblemente más bonitos que los F1. Como complemento hay gente vestida de epoca representando una pequeña obra que conmemora los 90 años del circuito que se celebra en este día. Charlamos con ellos un ratito y nos ponemos de nuevo en marcha, más carretera nacional y dulces colinas arboladas hasta llegar a Caen que nos sorprende por dos razones, su monumentalidad, desconocida para mi y por que no hay nadie en las calles. Un hotel F1 para dormir como siempre en Francia y recorremos la ciudad desierta con ganas de hacer el canelo y turistear.

Una iglesia semiderruida, testigo de una guerra inmisericorde, un palacio ducal que me imagino que habrá sido reconstruido y un casco antiguo de piedra y silencio. Pena que sea o parezca una ciudad muerta. Quizá por ello nos sea complicado encontrar sitio para cenar. Quizas sea por nuestra reconocida indecision cuando se trata de comida, que va a traer cola a lo largo del viaje. Al final, kebab y para cama.

III Caen - Ferry

Otro dia con un inmenso cielo azul presidiendolo todo. Para celebrarlo voy al supermercado más cercano, anexo al F1, para desayunar una de mis especialidades favoritas de la gastronomia francesa, los donuts rellenos de mermelada, media docena para recordar viejos tiempos y a la carretera de nuevo, está previsto un dia ligero de más turismo “cultural” que motero.
Estamos en Normandia y quiero contonear la costa de nuevo, persiguiendo mis recuerdos, los de mi primer gran road trip, que transcurrió en parte por Normandia, con poco dinero, un golf diesel y mucha inocencia. El viaje que me metió el gusanillo de las motos viendo como subian la collada de Tosses miles de moteros en un domingo soleado de agosto. Ahora toca recuperar algo de aquel sabor.

Normandia vive principalmente del turismo del Dia D pero a mi me sorprende su paisaje porque parece ser un magnifico granero, se ven campos fértiles por todas partes, en pleno apogeo de la agricultura y la exhuberancia cerealistica. Nosotros como unos pardillos mas vamos en peregrinacion por todos los sitios habituales, para sorprendernos con lo mismo que todos.
En todos los pueblos se observan las mismas estampas, casonas de piedra recia, pequeños museos de la guerra, plazas con vieja maquinaria de guerra, monumentos recordatorios de una u otra contienda y unas carreteras suaves, plácidas, tranquilas, que nos llevan de monumento en monumento: Omaha Beach, las baterias alemanas de ametralladoras de Longues sur Mer, la Pointe d'Hoc con sus restos de bombazos, el cementerio americano, solemne, impecable, absoluto, ampuloso, excesivo, abrumador, perfecto hasta en el más pequeño detalle, una impecable alineación de silencio y cruces blancas guarnecidas por sus correspondientes banderitas aireandose en todas las direcciones.

El cementerio aleman de Cambo es mucho más sencillo y seco, apenas a pie de autopista pero igualmente merece una visita rápida antes del ferry.
Nos vamos habituando a la dinamica europea de confianza en el prójimo, tiramos el casco y los guantes en la moto sin miedo a ser robados,dejando incluso las llaves puestas.

Tras esta ultima visita nos encaminamos a Cherburgo. Son las 4 de la tarde y no hemos comido todavía, nunca hay tiempo bastante para visitar Normandía, nunca es suficiente, siempre quiero más y cuando las prioridades son turistear y coger un ferry, comer es la última de mis preocupaciones. No se como Ruben me consiente estas cosas...
Llegamos al puerto donde esta todo perfectamente indicado y donde una larga cola de embarque nos obliga a empujar las motos por el puerto con hambre, mucho sol y algo de brisa. Todo sea por coger ese ferry que nos acerque mas a Mann.
Reto superado. Aprendemos a atar las motos copiando lo que hacen los demás y nos damos prisa para coger sitio y montar nuestro habitual nido de cigüeñas donde pasaremos la proxima noche. Dado que no hemos cogido camarote, nuestro sitio es el gallinero. En particular el suelo. Ya hay gente que ha cogido su trozo de moqueta y nosotros nos hacemos fuertes en nuestro rincon, esparciendo todo la impedimenta como si estuvieramos en casa... Cuando abren otra sala me mudo para ocupar otro trozo del mismo suelo enmoquetado pero con mayor intimidad y un techo que cruje.
Nos subimos a la cubierta superior para ver alejarse la costa y aprovechamos para comer. Cuando el práctico retorna a puerto, nos guardamos para leer un poco y no se como ni porque, quizás por el arrullo de los motores, por el suave balanceo armónico, por la Biodramina o por la cálida moqueta, me quedo semiinsconsciente, en una larga y profunda siesta de 3h donde no soy capaz a resucitar ni siquiera cuando me despiertan para regalarme un cojin donde apoyar la cabeza.
Ruben está en la misma inconsciencia cuando logro despertarme medio atontado y con las lentillas pegadas a las córneas, asi que me doy una vuelta por el barco para aprovechar el Wifi y ver a la gente pasar. El barco no está nada mal para la común monotonía de este transporte, cine, 3 o 4 restaurantes temáticos, mini sala de juegos, un par de bares con aire a lugar vacacional de turismo de masas y un par de cubiertas donde admirar el inmenso mar que nos rodea, que afortunadamente está en calma.
El resto de viajeros del barco comprende un amplio espectro, camioneros de aire tosco, moteros reconocibles por la ropa de moto que no se quitan, familias que van o vienen, un par de viajes de estudios con preadolescentes revueltos en plena explosion de pubertad y almas perdidas como nosotros, que cenamos y nos vamos para cama, ya que no hay actuaciones esta noche.

IV Ferry - Kilarney
Sorprendentemente dormimos como lirones pese a estar tirados por el suelo, cosas de barcos... Ducha, desayuno y a prepararnos para invadir Irlanda.
Apenas unos minutos despues de lo prometido, a medio dia exacto, se abren las puertas del ferry y como si de un parto se tratara, salimos a la luz, entre gritos, ilusiones y señales de conducir por la izquierda.
Dice la cancion:
I was going to be something
When I landed on their shore
With my eyes big as headlights
Like the thousands and thousands who came before

Irlanda fue en su dia para mi una especie de tierra prometida donde la música sonaba en rios, campos, pueblos y ciudades, sesiones por doquier, miles de temas y canciones sonando todo el dia y yo queriendo dejarme los dedos tocando. A ver cuanto puedo rescatar de esa idilica imagen.
Empezamos a recorrer kms, cogemos las primeras rotondas por la izquierda, es fácil, el carril de aproximacion de la izquierda es para la primera salida y el otro para las demás, el trafico es respetuoso con las motos y la carretera es ancha, a ratos anchisima, con tanto carril como arcén, que los irlandeses usan como si un carril más fuera.
A buen ritmo llegamos a Cork, pagando un peaje en un puente y viendo las nubes circular a toda velocidad por el cielo a ratos azul, a ratos gris. No sabe uno a que carta quedarse...
Comemos en el centro de Cork, en unos bancos a pie de calle principal, sin darnos cuenta de que a 50m tenemos un parque donde reposar.
Apenas nos ponemos en marcha, cae un chubasco breve pero intenso y asi continuaremos el resto de la tarde, sunny spells & scattered showers lo llamo Solas en su segundo magnifico disco...
Según nos alejabamos de Cork acercándonos a la costa, la carretera empeoraba, estrechandose y retorciendose, sin arcenes, aumentando en alguna serie numerica compleja el numero de baches. Al girar hacia el norte la carretera, en teoria ruta nacional, es lo que aqui denominariamos una comarcal mal cuidada. La tarde se nos hace larga, la meteorologia no ayuda, chubascos esporadicos como calderazos, miras al cielo y por momentos cambia de azul a gris y viceversa, no sabes si va a llover, si no lloverá, si está lloviendo o si esta nublado. Aire fresco tirando a frio, desapacible como el viento que camina por la nieve y nosotros con la estupida costumbre de pararnos en los sitios más frescos para echar una foto y observar el paisaje que, todo sea dicho, es bonito pero no muy distinto de lo que tenemos en casa.
La carretera es cada vez peor, no tengo más remedio que poner las suspensiones en modo comfort para sobrellevar tanto bache, badén y cambio de rasante. Miro por el retrovisor y veo a Ruben en su traje de cuero, mojándose cuando toca, sufriendo en su CBR por estas carreteras infames y no puedo más que admirar por como sobrelleva tanta incomodidad. Habrá una parte de orgullo, porque sabe que si pronuncia la menor palabra de queja lloveran las puyas, pero hay que reconocerle su merito, que es mucho. Por viajar con esa moto y por aguantar mis espartanos desmanes viajeros.
La bajada a Kilarney es verdaderamente bonita, con un paisaje de postal, verde, marron y gris, lagos y una larga lengua de niebla adornando las colinas. A traición, por sorpresa llegamos a la ciudad, estabamos perdidos y no lo sabiamos.
Cogemos una habitacion doble en el Neptunes hostel, rincón que mancillamos con nuestro desorden instantaneo y salimos a disfrutar del ambiente de un pueblo turistico irlandes. Cenamos en un restaurante que solo tiene tocino preparado de diversas formas, ahumado, guisado o con salsa y vamos a por mi deseo, las jam sessions, agrupaciones de musicos que se reunen en un bar para tocar por vicio, por y para ellos, sin atender a un publico que es como si no existiera. Y aqui no existen, todo parece estar pensado para el turismo, hay musica en vivo en todos los bares pero no es lo que yo busco. Finalmente nos vamos al bar mas animado con un conciertillo pseudotradicional interpretando los temas tipicos y topicos, desde santurce a bilbao, A san fermin venimos, Santa Barbara Bendita y demas. Tras el fiasco hay otro concierto de rock al que atendemos hasta que nos aburre tanto como para encaminarnos a la cama.

V Kilarney - Limerick

Llovió durante la noche pero la mañana se presenta nublada. Declaramos carrera en mojado y recorremos parte del camino de la tarde anterior para ascender de nuevo al Molls Gap y deshacer el cambio de paisaje del marron y gris de Kilarney al verde y azul del Ring of Kerry, un recorrido alrededor de la peninsula de Kerry, hogar de la tradicion musical irlandesa. Slides, Polkas y una bonita ruta que recorrer.
La carretera se acerca y se aleja del mar, sube y baja descubriendonos paisajes de postal, con un dia que se ha despejado y ahora brilla azul, en un maridaje perfecto con el añil del mar y el verde tan exquisito de los prados. No cerramos el anillo y continuamos para premio con la Peninsula de Dingle, otro pedacito de paraiso que recorremos con gusto hasta que nos damos cuenta de que se nos echa el tiempo encima y tenemos un ferry que coger.

Hacemos concejo y decidimos tirar como sea para coger ese ferry, sin comer ni parar. Y no vamos a coger prisioneros. Así, izando la oriflama al grito de más madera!, subimos descarriados el Conor Pass, un corto paso de montaña que cruza la peninsula con un empinado, estrecho y peligroso descenso en la parte norte. Bonito tambien porque reune mar y montaña en un vistazo mientras descendemos desbocados el paso.
Seguimos a ritmo desaforado cuesta abajo viendo correr los minutos. Sorprendentemente (casi) no sobrepasamos los limites de velocidad, los irlandeses son unos cachondos que solo distinguen la limitacion de velocidad entre dentro de poblado, 50 y fuera, 100. No hay manera humana de alcanzar esa velocidad en muchas de las carreteras como esta en la que transitamos fugaces como centellas, la secuencia es repetitiva, acelerar, frenar, tomar la curva entre saltitos y movimientos extraños y volver a acelerar. Me gustaría saber a que dedican el tiempo los ingenieros de caminos de este pais.
Claudico ante mi conciencia y pongo el modo Sport para poder llegar a Tralee, ciudad de nombre musical que atravesamos de rotonda en rotonda y como ocurre con las prisas, nos saltamos el desvio correcto y seguimos alocados comiendo kms sin respetar las más mínimas normas. Cuando cumplimos la hora de salida del ferry no vemos el mar ni de lejos, certificamos que nos hemos equivocado de carretera y que esta nos obliga a dar un largo rodeo pasando por Limerick. Para acabar de joder el dia, al parar a comer la cadena de la CBR empieza a sonar muy muy mal, asi que en un parque nos paramos y nos ponemos a teorizar sobre las maneras de romper una cadena y sus consecuencias mientras una iglesia y su cementerio lleno de cruces celtas nos observan. La cadena tiene algunos eslabones gripados, engrasamos como si hubieramos echado cubos de grasa, tensamos la cadena de mas y no solucionamos nada. Para esto no hacia falta ponerse los guantes azules de cirujano...

Mientras asoleyamos y comemos un pan con cebolla infame, asistimos a una escena de otro tiempo, un camion de helados que se acerca al parque con la música típica de un típico carrito de helados y un típico grupo de niños ilusionados que abandona como un rebaño en estampida las atracciones para atender la novedad. La infancia, la única patria del hombre...
Proseguimos con nuestras cuitas, llamando al seguro, buscando un punto de internet que ese pueblo de mierda no tenia y un mecánico de motos que sorprendentemente si hay, aunque en el pueblo de al lado. Yo lo encuentro primero, es una casa particular sin indicación ninguna y el personaje es desagradable, seco, caustico y sin embargo, tiene el taller lleno de motos, luego malo no será. No nos quiere atender, sin embargo no le queda mas remedio que atendernos cuando Ruben entra con la moto hasta la cocina. Realiza un par de operaciones, da su visto bueno gratis y nos vamos hasta Limerick para no meterle mucha caña a la cadena.
Hemos cogido una oferta de Booking para el mismo dia en un hotel a pie de rio, con vistas, quizás fue lujoso pero ahora parece venido a menos y resulta carillo para lo que ofrece. Limerick no tiene grandes atracciones pero el tiempo acompaña y como en toda Irlanda, hay música en directo en casi todos los bares y nosotros lo agradecemos, aunque no sea lo que yo iba buscando, se conformarme con un concierto de rock clásico en el patio del Nancy Blakes.

VI Limerick - Sligo

Esto es la monda, la gente nos felicita por haber traido el buen tiempo a Irlanda, no se imaginan lo que ha caido en este invierno en mi pequeño pais.
Decidimos, pese al retraso, continuar con el plan establecido. Cogemos la directa para ir a una de las atracciones más conocidas de Irlanda, los acantilados de Moher. 4€ por aparcar y ver unos acantilados no tan distintos de los que ya tenemos por aqui.

Somos un publico dificil y no somos capaces de establecer una distancia emocional que nos haga apreciar todo este esplendido paisaje. En esta ocasion, lo más que consigo es reconocer en los Cliffs a los acantilados de la locura de una de las grandes peliculas de la infancia. De propina, otro rato de charla con un desconocido locuaz apasionado de las motos, que nos recomienda la carretera de la costa. Carretera infame que recorremos, a medias renegando del consejo, a medias asombrados por el paisaje, que es de un gris mayúsculo casi oscuro como un día de tormenta, un monte pavimentado salpicado de trozos verdes que se adentra en el mar. Es un paisaje parecido al de la costa de Llanes pero más duro y agresivo. Si no fuera porque la carretera es una peste...
Continuamos hacia Galway, luminosa y soleada, pero no paramos, siguiendo hacia el parque natural de Connemara, area Gaeltacht, desolada, melancolica y solitaria. Parece contener en si todos los paisajes, tundra, estepa, montaña, alpino y mar.
Paramos en la Kylemore Abbey, nos negamos a pagar los 12€ de la entrada pero la pinta exterior es espectacular, se refleja la abadía en el espejo del lago, un sobrio y elegante edificio enmarcado en el bosque mas verde y profundo que haya visto. Bien merece la pena haber parado aqui.

Anacronicamente destaca un cristo colocado en lo alto del monte. Hay cosas que no entiendo....
Vamos camino de Sligo por la via directa a través del mismo paisaje marron, verde, gris, azul, todo mezclado como en la paleta de un pintor. Atravesamos Westport y no logro encontrar uno de los bares más famosos del mundo dela musica tradicional, el Matt Molloy's Pub. Otra fustracion a la lista.
La primera impresión de Sligo es que es una miseria de pueblo. Hoteles pocos y caros, albergues dos e igualmente caros. Pueblo pequeño, poco ambiente y aire de pobreza contenida. Cogemos una habitación en el albergue, la convertimos en un vertedero en un momento, nos duchamos y al pueblo, a buscar donde cenar. Lo hacemos en el Coach Lane donde hacen un pan artesano espectacular, antes de llegar los platos nos hemos calcado tres cuartas partes. Es el unico sitio de Irlanda donde cenamos como dios manda...
Y despues de la cena en todos los bares hay música y uno de ellos contiene lo que iba buscando, música al estilo tradicional, una sesion de músicos en un pub oscuro, con poca gente que engulle cervezas como si fuera agua y el personaje que nunca falta, la borracha del pueblo, una bestia alcoholica desatada como si fuera un jabali desafiando las normas mas simples de urbanidad y del ritmo. Se le perdona todo, esto es Irlanda y cuando cierran, con nosotros dentro, nos volvemos a nuestro hotelillo sin persianas a esperar el nuevo dia. Parece mentira que en dos mil años de historia no hayan sido capaces de inventar persianas, o por lo menos copiarlas...

VII Sligo - Portstewart

Otro dia que brilla el sol. Lo veo y no lo creo. Decidimos cambiar los planes, hartos de la mierda de carreteras irlandesas, buscando paisajes nuevos ya que el tema de costa abrupta y furiosa ya lo tenemos dominado. Nos encaminamos hacia el interior, buscando entrar lo antes posible en Irlanda del Norte. Previo a eso, tenemos que buscar grasa de cadena y un desconocido se acerca a mi, viendome como un compañero motero y me da una larga conversacion con apoyo de videos y fotos e intercambio de correos, mas de media hora de charla sobre road races y pasion motera. No dejo de sorprenderme con la afabilidad de esta gente. No hemos dado con un necio todavia. Todo son buenas palabras y sonrisas.
Nada mas ponernos en camino, me salta la sorpresa de la jornada, una señal conocida a través de Miquel Silvestre y no puedo hacer otra cosa que rendir visita. Aviso a Ruben, media vuelta y a la playa donde naufragaron 3 buques de la armada, escenario y protagonista de la fuga del naufrago...
Nos sacamos unas fotos y nos vamos, tan ilusionados como avergonzados como pasa demasiado a menudo... Con un punto de decepcion, el habitual del DNI español, aqui tenía que estar ondeando una bandera española de homenaje a cuantos cayeron, como hacen los rusos o los franceses, cualquier pais que tenga un minimo de respeto por su historia y lucidez suficiente para evocar las victorias y las derrotas. No es ese el nuestro....

Una frontera invisible, un cartel tímido y otro pais más. Nos sorprendemos de los contrastes, sobre todo porque esperabamos un pais con restos de guerra, con restos visibles de un conflicto permanente y sin embargo, parecemos haber vuelto a Europa. Las carreteras mejoran notablemente, las casas pasan de ser rectangulares y tener el tejado paralelo al lado largo de la casa a ser cuadradas, de dos pisos y tejados con buhardilla. La sensacion de prosperidad se nota en el ambiente. Un refrán irlandes dice que la hierba siempre es mas verde en el jardin de al lado. En este caso es verdad, no se como cortan aqui la hierba pero todo parece un campo de futbol cuidado al detalle.
Hasta que llegamos a Derry. Hasta que te asomas desde las murallas y empiezas a ver la lucha de banderas, los mensajes, los colores, la violencia soterrada, muestra del cainismo que no es solo patrimonio español.

Bajamos a ver el afamado Bogside, los murales testimonio de abusos y atropellos, recordatorios de crimenes cometidos, verdaderas atrocidades que hacen que se enconen las rencillas y de esos polvos, los lodos del terrorismo. Quedan para el recuerdo los murales, las banderas orgullosas al viento, los bordillos pintados, las frases en los muros y un cargamento de odio que creo, optimista, que se va curando.

De Derry a Portstewart, parando donde nos lleva el viento, hablando con gente desconocida que ilumina el dia hasta llegar, encontrar otro hostal, cenar en el único sitio que tiene la cocina abierta, salir a disfrutar del ambiente nocturno y volver sonriendo mucho algo mas tarde de lo habitual, mañana no tenemos prisa...

VIII Portstewart - Belfast

Se nos acabo la suerte, llueve a la manera irlandesa, fuertes chubascos que a ratos descansan pero nosotros no tenemos prisa, no, hoy no. Nos vamos a rendir pleitesía a Joey Dunlop a Ballymoney, mientras cesa de llover. Es curioso pero pese al dia de perros hay muchos moteros irlandeses sueltos por ahí. Esto es aficion de la buena, considerando el tiempo y las carreteras.
Continuamos hasta la destileria de Bushmills, donde huele a whiskey sin necesidad de entrar. Nos sorprendemos de un atrevido motero que monta una maleta rígida samsonite en el colin de una Zx10, y nos vamos a otra atracción famosa, la calzada de los gigantes, que para variar han convertido en un parque temático. Once años atras estuve en este mismo lugar y no había este edificio con pinta de centro comercial, ni audioguias ni tantas visitas. Si había un dia de sol como el que luce ahora, y nosotros disfrazados de moteros invernales.
La visita merece la pena pero no gusta visitar lugares tan masificados asi que nos aliviamos yendo camino de Belfast por la Causeway Coastal Road, una preciosidad de carretera, que a ratos corre tan proximo al mar como es posible. Me recuerda a la carretera de Bilbao a San Sebastian pero en versión mejorada. Cuando amenaza lluvia ponemos la directa y vamos al hostal de Belfast. Con este ya tocamos suelo en lo que a alojamiento mugriento se refiere. Otro sitio donde estuve hace once años y desde entonces no han arreglado nada. Ni tampoco limpiado.
Belfast tampoco es la ciudad que era, se ha vuelto más alegre, ya no se ven helicopteros revoloteando sobre los barrios conflicitivos, no hay bandas por las calles y el botellon lo inunda todo aqui tambien...
Observamos y confirmamos un recuerdo que tenia yo de lo más curioso: las calles de Belfast se quedan completamente huerfanas, vacías de coches. Tenemos una ciudad a nuestros pies, peatonalizada por razones desconocidas.
Desfilamos visitando lo visitable que hay en la ciudad, que es poco. Sin embargo, Belfast tiene un no-se-que que me encanta pese a que tambien haya aquí una guerra de colores y banderas al viento, no tan furiosa como fue, como la recuerdo. Me alegra que todo parezca mas tranquilo, que las cicatrices se curen.
Por la noche aumento mi fustración porque no soy capaz de encontrar otra sesion de música tradicional, como siempre hay musica en todos los bares pero no lo que yo voy buscando. Ruben se va para cama, bastante ha aguantado ya y me quedo dando vueltas desahogandome con una session de Appalachian Music hasta que me doy por vencido. Mañana puede ser un gran dia....
Pero la noche de hoy es pésima por el atronador ronquido arritmico de un chino que afortunado de mi, mitigan los tapones, siempre presentes en mi maleta de viaje.

IX Belfast - Mann

Gran dia. Madrugon y a visitar The Troubles, Shankill Road y Falls Road. En su dia no pude visitar mas que un poco, esta vez entraremos hasta el final. Sin plano, sin ideas, simplemente dejandonos llevar, donde nos guíe el viento, siguiendo los autobuses turisticos, los taxis negros, yendonos de lo más habitual a los rincones más oscuros, porque cuando te sales de la carretera principal, todo se vuelve siniestro, decrépito y peligroso, repulsivo en cierta manera.
En las paredes se escriben trozos de historia, reivindicaciones, memoriales, denuncias. Las banderas ondean tambien, los colores son parte de la guerra. Da miedo ver que en cada manzana hay un recordatorio a los caidos, que detras de un colegio hay un muro alto y firme, que hay puertas que se cerraban, no se sabe si para proteger a los de dentro o a los de fuera, porque aqui todos son peligrosos, que la ley del talion no vale para nada y que al final, todo se puede arreglar. Desayunamos a la puerta de un supermercado un zumo de mierda y mas donuts rellenos de mermelada y a la vez secos.
3 horas antes de la salida del ferry ya estamos esperando en la cola. Yo me emociono ya al recoger los tickets y hago tiempo visitando la feria del motor que se celebra alli, hay motos de todos los tipos y colores y esto es solo el principio. Tambien logro convencer al camarero para que nos ponga Moto2. Sorprendentemente, no hay mucho interes al respecto, la gente está mas pendiente de coger el barco.
Lentamente llega la hora de embarcar. Apoteósica. Arrancan las 300 o 400 motos, todos nerviosos, impacientes, excitados, frenéticos mientras van dando paso al interior del ferry. Me pueden las ganas, me siento como en una parrilla de salida de motoGP, rugen los motores, me laten las pupilas, vibra la tierra, palpita el motor y si no abren ya la verja, voy a acabar tomando el barco al asalto.
Por fin nos dan paso, recorriendo las tripas del barco hasta dejar la moto y coger un sitio cerca de la proa para admirar las vistas.
La travesia es corta pero se hace larga. Aprovechamos para ver la carrera de motogp tras revolver un rato para que la pongan en tv. La mar está tranquila y el barco lleno de rudos moteros vestidos de cuero bebiendo cerveza que se agolpan ansiosos y emocionados ante la ventana del ferry viendo surgir los acantilados del esperado destino. Piedra blanca que crece en el mar, espumosas praderas verdes tendidas al aire, esperando hasta el ultimo momento para ver como el barco penetra en el puerto recorriendo el perfil conocido de la bocana, la torre que preside la playa y los carteles de bienvenida.
Ebrios de satisfacción y poseidos por la gasolina en vena bajamos a la bodega, que multiplica las sensaciones de la partida. Ahora es una bacanal de rugidos y vapores, flota la euforia de la llegada, pitos, acelerones, gritos, carreras, pura vida que se desparrama por el puerto conforme se abre el porton. Como en una explosion salimos a la luz, medio emocionados e insultantemente exhultantes. Nos compadecemos de los que esperan para entrar al barco y deambulamos por el puerto buscando una indicacion del alojamiento que nos ofrecía Metzeler. Tocando de oido como siempre, damos un par de vueltas por el puerto hasta que finalmente encontramos el alojamiento.
No está nada mal el camping, tiendas de 4 personas con cubiculos individuales, parking vigilado, WIFI, todo ubicado en las instalaciones del National Rugby Stadium. Gratuidad cortesia de Metzeler. Y ninguno de nosotros llevamos ruedas Metzeler...
Tiramos las maletas en nuestros aposentos y nos vamos a recorrer el circuito. Es el Mad Sunday, no tenemos ni idea de nada, ni mapa ni información ni sentido común pero eso no impide que salgamos de nuevo a la carretera para integrarnos en la masa de motos que inunda las carreteras de la isla. Miles de motos por todas partes mientras seguimos el circuito de la mejor manera que entendemos, siguiendo las protecciones y la publicidad. No es fácil, no hay tantas protecciones y me sorprende el criterio aplicado, solo algunos árboles, muros y señales estan ligeramente protegidos con un saco de paja o almohada. Como si fuera a servir para algo.
Inmersos en el rio de motos que fluye vamos recorriendo kms de este mítico circuito, descubriendo su eterna longitud, pensando que no es tan dificil como su fama pretende. Ilusos. Reconocemos los nombres, buscamos sitios para ver las carreras. Saltamos altos y tímidos en Ballaugh Bridge, un niño disfrazado de Spiderman pide más ruido en un semáforo de Ramsey y al fin, enfilamos la montaña.
Puedo prometer y prometo que había aleccionado a todos mis demonios, los había puesto en fila y, uno a uno, les había leido la cartilla: Nada de correr, nada de competir, nada de nada. Pero no se como, enfilando May Hill, me sube la tensión, se aprietan las pulsaciones y acelero. Cuando llego a Waterworks ya están mis demonios aporreando la puerta y así acelero y me dejo llevar, suben las revoluciones, aumenta el ruido y empiezo a disfrutar de la vida que se lleva aquí.
La carretera es estrecha, bien asfaltada, de curvas rápidas y un inmenso paisaje a ambos lados que casi no se puede disfrutar porque toda la atencion se pone en acelerar, en seguir subiendo, en adelantar y ser adelantado, en todo momento con exquisita educación, mientras en los retrovisores se agita un enjambre de luciernagas furiosas. Cruzamos Bungalow y paramos en Creg Ny Baa para asumir las experiencias, para paladear todo lo que estamos viviendo, que es mucho.

Bajamos al GrandStand y menuda diferencia con otros eventos moteros. No me puedo creer que podamos entrar así, por nuestra cara bonita. Pregunto a una chica de la organización y nos regala una pequeña visita guiada, indicandonos los pilotos que pululan, distraidos, por ahí, Conor Cummings comiendo un helado, McGuinnes a la puerta del box.. Nosotros queremos ir a conocer al valiente español que compite este año. Llegamos al box y nos encontramos un panorama desolador, silencio, caras bajas, las motos reposando sin dueño ya que el piloto no está por ningun sitio. Se ha caido, dicen unos, ha tenido un accidente, suena por ahí. Y las motos, desafiando toda logica, intactas. Pero la cosa ha de ser grave, un paisano de patillas pobladas y grande como un oso llora abrazado a otro piloto. Desconcertados nos vamos esperando que no sea nada. No será así, lamentablemente.
Echamos un buen rato hablando con otro participante, tambien escaso de medios. Es patrocinador, mecánico, jefe de equipo y piloto. Su mujer, relaciones publicas y jefe de prensa. Ambos nos atienden de lujo, ella nos acompaña a comprar grasa y nos regala unas cuantas sonrisas. Esto es lo que hace especial al TT. Por esto hemos venido. Y por lo de los gatos, por supuesto.
El resto de la escasa y soleada tarde se nos va en deambular por el paseo maritimo disfrutando del ambiente motero, esta vez elegante y educado. Nada que ver con cualquier gran premio español...

X Mann Dia 1 de Carreras

La mañana temprana me pilla ya despierto. Amanece pronto y yo por el ruido, el frio y la humedad he dormido poco. Desde bien temprano he oido motos circulando de un lado a otro. A las 8 nos ponemos en carretera. Nuestro destino hoy, día de carreras, es Ballaugh Bridge. Escogimos este sitio por los espectaculares saltos de las motos. Ya ayer pudimos comprobar que no es dificil levantar vuelo. Cuando llegamos los mejores sitios ya están pillados, hay motos allá donde mires pero todavía quedan algunos sitios razonablemente bien situados, como unas escaleras metálicas donde desayunamos lo comprado en el Tesco, esperando.
Se corta la carretera y aumenta la expectacion según pasan los minutos, todo el mundo se agolpa con respeto y ganas al borde de la carretera, se palpa la tension, se yerguen los brazos con las cámaras, se estiran los cuellos, suena un helicoptero y de repente, un zumbido lejano que se acerca, nervioso, frena, una moto aparece en nuestro campo de visión y de repente, vuela. Despega del suelo, ingravida, liviana, grácil, para aterrizar a dos metros en un suspiro de admiracion por parte del publico reunido, y nada mas tocar suelo, acelerar, con fe, sin medida, sin miedo, sin freno, sin duda, para desaparecer en un estruendo atronador que se integra con la siguiente moto que viene...

Y así, en un colorido carrusel vamos viendo más saltos con todos los tipos de motos, electricas, sidecares, etc. Hay pilotos con mas o menos miedo, saltos mas o menos largos, aterrizajes de un modo u otro, a veces las suspensiones hacen tope, el carenado roza el suelo pero indudablemente todos retuercen el puño para salir lanzados, rozando los muros, hacia la siguiente curva. Están todos locos.
El publico es señorial, no hay pancartas ni escándalos, solo exclamaciones de sorpresa y aplausos a un piloto que abandona delante nuestro, no se cruza la carretera hasta que está permitido, cosa que para nosotros es una putada porque nos hemos dejado la comida en las motos.
En el parking abunda de todo, incluidas un par de motos con pegatinas de haber dado la vuelta al mundo, una australiana y otra americana. Largo viaje para ellos. Al igual que un portugues que viene desde Lisboa en su R1, aunque ha hecho trampas porque cogió el ferry desde Bilbao.
Cambiamos de posicion cuando podemos buscando capturar nuevas vistas, dormimos la siesta tirados en el suelo y cuando abren de nuevo la carretera continuamos por el circuito.
La montaña está cortada todavía. Hacemos tiempo por Ramsey y apenas 2 minutos escasos despues de que abran el circuito nos lanzamos de lleno en plena vorágine de motos desbocadas como una estampida de ganado salvaje. Me tomé la molestia de volver a jurarme a mi y a los demás que me iba a portar bien. Mas o menos, en Waterworks Ruben echaba la rodilla a tierra y yo iba detrás con la dinámica de siempre, adelantar y ser adelantado. Otra vez que recorri el circuito de la montaña y no vi el memorial de Joey Dunlop. Algo estamos haciendo mal.
Volvemos a pasar por el GrandStand con ánimo de visitar el box de antonio Maeso, pero estaba desnudo y vacío lamentablemente. Se confirma que todo ha ido mal.
Volvemos al camping y de ahí al centro para seguir disfrutando del fenomenal ambiente. Todo el paseo marítimo está lleno, llenísimo de motos. Al final acabas hablando con desconocidos en cualquier parte, estamos unidos por un lazo común, esta pasión loca que nos une y que llena de innumerables bellezas el paseo marítimo de Douglas. También hubo alguna carrera por el paseo maritimo porque alguien había olvidado alguna cámara en algún restaurante.

XI Mann 2 dia libre

Good Morning Douglas! Otro soleado día dedicado al turismo. Sin plano, mapa, idea y sentido alguno, nos vamos a la aventura. Cogemos una carretera que parece ir en dirección sur, paramos en un minimuseo de la guerra, sacamos fotos estupidas, grabamos videos chorras, disfrutamos de la vida gloriosa en esta isla llena de todo tipo de maravillas rodantes.
Visitamos el castillo de Peel por fuera y adivinando un poco la ruta llegamos a Ramsey nuevo, parece que se celebra algo importante dada el flujo de motos que seguimos y llegamos a una explanada donde se aparcan miles de motos. Tiramos la nuestra por ahí y descubro entre las miles de motos alli aparcadas, la de Ian Coates, insigne viajero que conoci en la presentacion de Realiza Tu Aventura. Mientras observo la moto, de repente un ruido atronador a mi espalda, me giro y 7 aviones de guerra en formación me sobrevuelan, atronando el cielo y dejando un retazo de estelas en el cielo azul.Es un espectaculo aereo que disfrutamos mientras comemos sentados a la orilla de la playa. No es buena idea comer sardinas en aceite cuando no tienes servilletas pero el espectaculo es el mejor que haya visto.
Tras la comida vemos el espectaculo del paseo marítimo, un cuarto de milla de aceleración con un radar para ver la velocidad. Gratis. Puede entrar cualquiera. Y entra cualquier cosa, hasta motos preparadas. Tambien hay choppers, nakeds, mobylettes con oxido nitroso, inventos del diablo y el punto álgido, una silla de ruedas con motor de moto que corre como los demonios y provoca las carcajadas del abundate publico reunido. Alrededor de esto hay toda una feria organizada, incluida una carpa del motoclub Moteros Cristianos, que gentilmente me regalan la biblia del motero...
¿Donde ibamos a acabar sino en el Mountain Course? Total, estaba ahí al lado y no teniamos nada que hacer...
Y repetimos los mismos errores de siempre, correr, adelantar, ser adelantados, disfrutar de la fisica y la velocidad, inconscientes a todo lo ajeno a la larga linea blanca que me guia por la carretera. Que manera de vivir...
Apenas superadas las dos centenas en el marcador, creyendome Tarzan, una ZX10 me adelanta como si yo estuviera de paseo. Sin embargo, no es nada comparado con las velocidades de los pilotos que corren en esta locura.
Sin embargo esta vez hay algo diferente. Apenas comienzo la subida tras Bungalow, vuelvo a ver las estelas de los aviones de caza en el aire, la exhibición aerea se repite en este momento en Douglas y la puedo ver desde aquí. Bajo el ritmo y disfruto del momento, viendo las peripecias desde mi moto en lo alto de la montaña. Ruben se para en el arcén para hacer una foto y yo no puedo ir más despacio sin caerme, queriendo ralentizar el tiempo y paladear la situacion.
Bajamos de nuevo al GrandStand, visitamos a nuestros amigos de la isla de Mann y hablamos con algunos pilotos o mecánicos más. Todo el mundo es afable y amistoso, nunca he hablado con tantos desconocidos con tanta facilidad, lo cual es un mérito para un asocial como yo...
La noche trae los espectaculos de siempre. Todos los bares tienen música en directo pero la noche antes de las carreras hay poco ambiente. Prefieren madrugar a vivir la noche.

XII Mann 3 Dia de Carreras 3

Dia de sol. Día de carreras. Esta vez hemos escogido Barregarrow Bottom por las recomendaciones de Takeshi.
En Barregarrow Hill hay un prado que hace de aparcamiento con un paisano a la puerta haciendonos señas y que regala piedras barnizadas conmemorativas del TT2013 para apoyar la pata de cabra. Y nosotros pensando que nos iban a cobrar...
Nos situamos justo al final de la bajada, en una verja de madera, antes de un puentecillo que precede a una curva a izquierdas. Mientras esperamos desayunamos, no hay mucha gente, apenas los justos para la escasa longitud de terreno hábil.

Con el preaviso del helicoptero empiezan a sonar los motores, atruenan durante un breve instante y así llegan y pasan, efímeros, fugaces, instantaneos. Ruben y yo nos miramos con los ojos como platos, no nos creemos lo que estamos viendo. Apenas hay una valla de madera, medio metro de acera y la línea blanca delimitando el borde de la carretera por donde pasan los pilotos como rayos con su correspondiente trueno. Puedo sentir en la punta de la lengua la estela de gasolina, goma y adrenalina que dejan tras su paso.
Ruben decide alejarse y protejerse detras de un magro muro, yo me quedo a pie de pista porque esto es la pura esencia del TT. Una locura contenida en una isla donde se desafian todas las leyes de la lógica y sentido común. Porque estamos en una curva donde pasan las motos a un escaso metro de mi, a más de 200kmh, observando en primera plana como la moto hace tope en las suspensiones, como se agita y retuerce, como se acercan al muro de la casa y como se alejan acelerando. No me acabo de creer que puedan correr como corren, a milimetros de los muros, con la guadaña de la muerte sentada en el colín. No puedo evitar reconocer el inmenso merito de esta pandilla de locos. Puedo soñar con ser un piloto de MotoGp pero no me atrevo siquiera a imaginarme en esta carrera de dementes, donde pasan arrasando los muros. A menudo dejandose la vida en ellos. Pero puedo sentir su locura, incluso envidiarla. Porque no ha de haber vida como la del piloto de carreras urbanas. Ni tan buena ni tan mala. Ni tan corta lamentablemente.
En el entretiempo de las carreras confraternizamos con el equipo de Antonio Maeso, que desocupados como están han venido a ver las carreras al mismo sitio. Al igual que el desafortunado Carlos Paredes, otro ocioso forzoso que ha acabado en el mismo lugar para fortuna nuestra, ya que aprovechamos para escuchar y tomar nota de los comentarios de gente que conoce la carrera intimamente y cuenta como organiza exhibiciones de Road Races en Argentina, gente que ha hecho de esta pasión su vida
Los sidecares son todavía más espectaculares, no concibo como alguien se puede subir a un engendro como ese sin control alguno, confiando en la pericia del piloto descolgarse y al arrimarse al muro hacer un escorzo para evitar dejarse el culo en la pared y seguir moviendose encima de tan escasa plataforma. No me creo lo que veo.
Un dia en las carreras se aprovecha enteramente, tras las carreras vienen los entrenamientos que vemos en lo alto de Barregarrow con las mismas sensaciones de incredulidad total, al ver como van lijando las paredes de lado a lado de la carretera.

Es nuestro último día en la isla y no podemos perdernos dar otra vuelta al circuito de la montaña. Sin embargo esta vez no puede ser, esta cortado y nos desvían a todos a la carretera de la costa. Excesivo calor y demasiado tráfico como para disfrutarla en condiciones. Compramos recuerdos y hacemos tiempo hasta la hora de salida del ferry, que nos toca esta noche de madrugada... Por ello me decido a dar otra vuelta al circuito, a deshora, intentando visitar el memorial. Tampoco puede ser, se abrirá a las 22:30h y paso de rodar de noche. Vuelvo a recorrer la carretera de la costa, me detengo en la Laxey wheel, solo hay una misera valla que impida el acceso pero no me atrevo a entrar porque esta cerrada, debo ser más civico de lo que creo.
Cena y una larga espera para coger el ferry. Nos da una pena inmensa irnos, el ambiente es en todo momento alegre, educado y formal. Estar en esta isla, poder asistir al TT es una de las más cimeras demostraciones de lo que puede llegar a representar el mundo de la moto. Espectacular.
Embarcamos al ferry con alguna dificultad producto de dormirnos en una sala de espera llena de motoristas igual que nosotros, vestidos de cuero, tristes por irse, tirados en cualquier rincón.
En el ferry nos hacemos fuertes en los asientos de la cafeteria. Oleremos a fritanga pero por lo menos podemos estirarnos y hacer como que dormimos un poco.

XIII Mann - Dublin

Amanece saliendo del puerto de Larne, camino de Belfast, que bordeamos, y a Dublin, nuestro destino. Estoy tan cansado que apenas entrado en Irlanda por una frontera que ni siquiera veo, me tengo que parar a echar una cabezadita en un area de servicio, tirado en un banco sin quitar siquiera el casco.
El desayuno como mínimo putapénico, bebida energética, pan seco, algo de chocolate y restos de embutido ingles. Para llorar. Por no hablar de nuestra apariencia fisica. Despues de la noche que hemos pasado doy por seguro que parecemos un par de cadaveres insepultos.
Llegamos a Dublin, callejeamos y nos metemos en el hotel equivocado insistiendo en que tenemos una habitacion reservada hasta que nos libran de nuestro error con mucha educacion. Nuestro hotel está varias puertas mas abajo en la misma calle. No está nada mal, el mejor del viaje. Este es antiguo, de madera y de apariencia lujosa. Russell Courts Hotel, 30e con desayuno. Cuando nos ponemos minimamente cómodos, la habitacion no vale ni un misero €. Parece que acaba de explotar una bomba de ropa sucia en la habitacion.
Otra ciudad por delante para visitar. Ruben se queda en el hotel, yo me voy por mi cuenta. Por mucho que me guste viajar acompañado, atesoro los escasos momentos en que puedo escaparme por mi cuenta y volver a ser yo solo como fui hace ya 12 años en mi primer viaje.
Así recorro la ciudad entera, a pie, como tiene que ser. Comiendo al sol en un parque, visitando tiendas de música, sentandome en los bancos para ver a la gente pasear, escuchando a los grupos callejeros, viendo como las gaviotas me joden la poca ropa “limpia” que me quedaba. Como en toda la isla, hay música en todos los bares, terrazas y calles, con mucha gente disfrutando de este tibio sol. Hay bullicio y tengo la impresion de que, como en Belfast, la crisis aquí está remitiendo.

Cena, sesión en un pub abarrotado y vuelta al hotel. Tiene una discoteca en los bajos y la música resuena hasta nuestro tercer piso pero estoy tan cansado, tan vencido, que apenas logro identificar la canción, me caigo inconsciente.

XIV Dublin - Rosslare (Ferry)

Otro dia de sol. Creo que no hemos podido ser más afortunados durante nuestra estancia en la isla. Desayunamos a lo irlandés, salchicha, pseudomorcilla, bacon y posiblemente frito todo en aceite de moto. Sano no parece, desde luego.
No tenemos prisa para irnos pero tampoco voy a permitir columpiarnos ya que no hemos madrugado, así que via directa hasta el puerto. Primero autopista, luego nacional y llegamos al puerto directos a embarcar. Con cierta pena, hemos disfrutado de esta isla y ahora ya es todo vuelta a casa.
El embarque es fácil. Ya vamos teniendo práctica en atar las motos, despelotarnos, hacernos fuertes en un rincón y montar un nido de urracas. Esta vez el ferry está lleno de familias con niños, somos una minoría absoluta que se deja llevar por la languidez y quietud de ferry, este moverse y estar quieto, este dulce bamboleo de cancion de cuna, adormecidos por los espectaculos de veraneo trasnochado, de centro turístico de jubilados. Cena y a dormir al suelo.

XV Roscoff - Burdeos

Llegamos a Roscoff, Bretaña, con cierto retraso, casi una hora y media. Ademas tenemos que hacer cola al salir y nos perdemos por el pueblo de Roscoff, lo cual tiene mérito. Cosas del GPS. Para complementar perdemos el mapa de Francia al pararnos en un pueblo desconocido para visitar una iglesia derruida. Bastante poco es para habernos dejado descontroladas las llaves en la moto, los guantes, los cascos y alguna cosa más...
Decidimos respetar el plan original que consiste en atravesar Bretaña en diagonal. Menudo acierto. Volvemos a disfrutar de las curvas, de una carretera golosa enmarcada entre árboles y rios, subiendo y bajando las colinas de la peninsula. En cada pueblo nos cuesta un rato encontrar la dirección correcta a la salida, entre tanta rotonda, llevando un mapa a gran escala de hace ya 9 años. Asi vamos consumiendo el escaso tiempo que teniamos planeado para visitar Burdeos.

Cuando llegamos a la costa sur de Bretaña aprieta el calor, un calor húmedo de tormenta. Nos acercamos a Noirmoutier, monasterio que conocí gracias a Fabián Barrio, con ánimo de visita pero la famosa carretera ya está cubierta por la marea. Nos limitamos a comer a la orilla del mar y sacarnos unas fotos. Las nubes negras meten miedo y resuenan los truenos. Optimistas de nosotros, rozando la estupidez supina, pensamos que no va llover. No llegamos a recorrer 3kms cuando nos cae una tormenta brutal de agua, estamos en campo abierto y no hay mas refugio que ponernos detras de un muro. En el tiempo de vestirnos de lluvia, chupamos agua como si hubieramos caido al mar. Como era de esperar, al cabo de un rato toca despelote de nuevo.
Continuamos camino acelerando el ritmo con permiso de los conductores franceses, tan elegantes como siempre. A falta de 100kms ya toca vestirse de agua definitivamente porque ya no tiene pinta de parar. Se vacían las carreteras de coches y se llenan de agua, para al final llegar directos al hotel. Para poder cenar no nos paramos siquiera a ducharnos, así que nos vamos al centro con nuestros colores, olores y sabores. Somos un anacronismo brutal en esta ciudad lluviosa, solitaria y despoblada. Cenamos unas crepes espectacularmente sabrosas y al acabar, esperamos atechados porque la tromba de agua supera todo lo visto. Pero no es cosa de quedarse ahí toda la noche, asi que nos armamos de valor y volvemos al hotel chorreando aguas como si fueramos unos buceadores perdidos. Ya no queda nada para acabar...

XVI Burdeos - Gijon

El último dia, todo de vuelta. Hay una extraña sensación de euforia flotando en el ambiente. Somos conscientes de haber disfrutado este viaje como pocos pero no nos atrevemos a confesarlo para no tentar a la suerte.
El buen tiempo nos respeta hasta pasar la frontera, incluso a ratos vemos como hay trozos de cielo azul en nuestra dirección pero cuando pasamos a Oiartzun ya no hay cielo azul, solo piedra gris en el cielo y las acostumbradas trampas españolas para hacerte pagar el peaje.
Llegamos a comer, tarde, a Santander, y la vuelta a casa se hace eterna, durisima, larguisima, como siempre... Apenas a 25kms de Gijon la cadena de Ruben empieza a sonar de nuevo y toca bajar el ritmo pero milagrosamente, por los pelos, llegamos.
Y comienzan los abrazos, reconocimientos, bailes y celebraciones siendo conscientes de que no nos pudo haber salido mejor este viaje que comenzó como una tontería y ha sido un regalo de sensaciones. Creo que brillamos de tan contentos que estamos de haber llegado para poder contar lo vivido..

Conclusiones

El viaje ha sido totalmente y absolutamente espectacular. Asi de categóricamente lo puedo expresar. Ha sido una sucesion ininterrumpida de buenos momentos y mejores sensaciones.
Irlanda no es un destino motero, las carreteras son bastante malas y en nuestro caso, los paisajes no son tan diferentes de esto a lo que estamos acostumbrados. El alojamiento es bastante caro y la comida un horror pero la gente es agradable y todo te lo hacen fácil. Irlanda del Norte aporta algún exotismo más, producto de su situación politico social pero ya no es tampoco lo que era. Para bien y para mal.
La isla de Man, no tiene mucho turisticamente hablando, pero el TT es otra cosa, otro mundo, tan alejado como el que mas de nuestra manera de vivir la moto...
Miles de motos, de todos los tipos y colores, gente educada, con respeto para con las motos y el resto de moteros, un paddock abierto donde observar de primera mano como meten mano a las motos, un evento completamente gratuito, espectaculos de postín y música en todos los bares.
Lo que no me explico es la locura colectiva del puñado de pilotos que se atreven a dar vueltas al circuito sabiendo que pueden ser los siguientes nombres en adornar el mural de los caidos. Cuando los ves pasar, tan efímeros e instantaneos, es algo que se queda grabado en la memoria. Al igual que el sonido definitorio del efecto Doppler, ese bramar de un motor acelerado que ante nuestra vista se va convirtiendo en un agudo sonido que se escapa.
Las velocidades son escandalosas, convierten una suave y fácil carretera ligeramente divertida en un desquiciado ejercicio de irresponsabilidad. Es muy dificil de explicar como se percibe la velocidad, la sensacion de apremio que les hace ir rozando los muros, siempre acelerando, como si no estuvieran ahí las vallas, las piedras, los árboles. Todo eso que está ahí presente para todo el que los quiere ver y que los pilotos no ven. Son de una pasta especial, despues de pasar por el TT, uno ve de otra manera a los pilotos de MotoGp, con su tonteria, sus megasueldos, sus chicas del Paddock, su supuesto glamour y su presunta heroicidad. Nada que ver. Me quedo con la espinita de no haber podido conocer a Antonio Maeso, al que le deseo la mejor de las recuperaciones.
En mi orden de héroes motociclistas, los primeros son los pilotos de Road Races, porque no hay vida tan buena ni tan mala como la de un piloto de carreras urbanas.
Que manera de vivir, que manera de sufrir, de pasar frio, hambre y sed, como si no hubiera otra razón para vivir que rodar y rodar, a donde nos lleve el viento, riendonos al principio y al final del dia. Como si la vida fuera un juego del que no nos cansaramos de jugar.

Economicamente es un viaje caro, ya solo en ferrys se van 450€, unos 400€ en combustible, la gasolina es cara en Irlanda y aún más en Irlanda del Norte e Isla de Man. En la isla las cosas no son demasiado caras para el evento que es, no te clavan el estoque por lo que se esta celebrando.
En alojamiento amarrando mucho gastamos unos 200€.
Comiendo de bocadillos, cenando de plato y con regalos y demas extras, al final el viaje salio por unos 1300€. Caro pero merecio mucho la pena. No nos pudo haber salido mejor...

Se me olvidaba: No vimos ningun gato. Y me di cuenta un par de dias despues de llegar, cuando se me paso la tontería.

Si no has ido ya, a que estas esperando? Alguien tiene que comprobar eso de los gatos....

Compartir Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en Google+ Compartir en Pinterest