MI PARTICULAR TRANSPIRENAICA SEP'15

por Pedro Rodríguez Hermida 14/04/2016

MI PARTICULAR TRANSPIRENAICA

Segundo año de vacaciones con la “Bicha”. Este viaje fue resultado de la anulación de otra ruta que teníamos pensado.

En principio, la opción que habíamos elegido era recorrer Andalucía de punta a punta durante 17 días, aunque habiendo elegido finales del mes de septiembre para realizarlo, nos daba un poco de miedo el tema del calor. Aún así, la artillera y yo estábamos dispuestos a arriesgarnos.

Posteriormente, una pareja de amigos también se apuntaban con su moto, pero yo tenía que modificar la petición de vacaciones para principios de septiembre, pero el ir acompañados era un aliciente más.

Todavía ese no sería el último cambio, y esta pareja, por motivos laborales de última hora, tampoco podría acompañarnos. Así que, tras tanto inconveniente, decido cambiar los planes, planeando una nueva visita a la familia en Galicia, y a la vuelta hacia el Levante, atravesar los Pirineos. Y así comenzó esta nueva aventura:

DÍA 1: VINAROZ - CUENCA

MAÑANA: VINAROZ - TERUEL

Tras tanto infortunio, hubo que agilizar el proceso de estudio de la ruta, dejando bien anotado todos los posibles conflictos con la tecnología.

Empezaba la ruta, como siempre a primera hora de la mañana, con destino a Teruel. De este tramo hay poco que reseñar, salvo que es ideal para los que le gusten circular con alegría, ya que es una ruta con curvas amplias y carretera ancha. Unas pocas fotos…

Una vez en Teruel, como llegábamos con tiempo para comer, decidíamos tomar algo en la Plaza del Óvalo, recordando nuestra estancia allí durante la Nacional ’15 del foro BMWMOTOS.COM.

Y como quien no quiere la cosa, nos encontrábamos al que había sido uno de los organizadores de dicha Nacional, Jesús, que también me había dado indicaciones de donde podríamos comer, a la vez que se ofreció a acompañarnos a dichos lugares. Tras visitar dos de ellos, uno cerrado y otro que todavía no nos podía atender, este buen amigo tan “salao” decidió que la mejor solución era abrirnos las puertas de su casa y allí, tanto él como su mujer, nos trataron como miembros de su familia. ¡¡¡MUCHAS GRACIAS POR TODO!!!

La única pega es que como tan amable trato nos descolocó un poco, pues ni nos acordamos de hacer una mísera foto con ellos. No os preocupéis, lo llevamos grabado en la memoria.

TARDE: TERUEL - CUENCA

Sobre las 16:30 horas, decidíamos levantar el vuelo. O eso, o nos quedábamos toda la tarde contando batallitas y buscando donde dormir. Pero la ruta no se podía modificar, y teníamos que continuar rumbo a Cuenca.

Antes pasaríamos por el siempre vistoso Albarracín (Teruel), pero sin parar, ya que es un pueblo conocido para nosotros.

Continuaríamos hacia el Nacimiento del Río Tajo, una vez pasado el pueblo de Frías de Albarracín (Teruel), y circulando por la A-1704. El cielo nos empezaba a hacer dudar si sería necesario enfundarnos el traje de aguas.

Como todavía se podía apreciar algún claro de cielo, y aunque en la pantalla se apreciaban tres gotitas de agua, no creímos necesario ponernos el traje, así que seguimos camino hacia el Embalse de la Toba (Cuenca), circulando por la CM-2105, después de haber pasado un tramo de carretera más “montañoso” por la CU-V-9161.

Nuestras peores predicciones se hicieron realidad, y el agua comenzó a caer sobre nosotros de una manera poco deseada, sin un pequeño resquicio donde poder vestirnos los trajes, y dado que estábamos a unos 50 kilómetros de la capital, pues solamente nos quedaba rezar para que el agua no llegase a calar. Finalmente sólo fue un pequeño chaparrón sobrepasado sin mayor problema.

Sobrepasando el embalse, el agua fue arreciando y en el horizonte se divisaba un claro esperanzador. Muy poético, pero así era en realidad.

A pocos kilómetros de encuentra la localidad de Uña (Cuenca), donde uno puede hacer un pequeño descanso en el mirador/paseo hecho con troncos que posee la laguna con el mismo nombre que el pueblo.

Eso sí, sin encantarse demasiado, que los mosquitos están listos para dejaros un buen recuerdo del lugar.

En principio, descartábamos hacer más paradas antes de llegar a Cuenca capital, pero de camino la Serranía de Cuenca nos tenía preparada una sorpresa para nosotros desconocida a la altura de Villalba de la Sierra (Cuenca): el Ventano del Diablo.

Sus “ventanas” naturales ofrecen unas vistas preciosas del Río Júcar y su barranco.

El día iba finalizando. Un día muy productivo ya que había pasado un poco de todo. Una vez en Cuenca, y adecentados, nos propusimos ir a celebra mi cumpleaños (1 de Septiembre) a un lugar que nos tiene enamorados: La Bodeguilla de Basilio, donde por cada vino te ponen unas estupendas tapas.

Hasta me pusieron “velas”...

DÍA 2: CUENCA - MADRID

MAÑANA: CUENCA - MADRID

Con un poco más de calma en este segundo día, iniciamos la ruta con destino a Sacedón (Guadalajara) por la N-320. Pero antes, siempre que uno está en Cuenca, le gusta retratar las Casas Colgadas. Es como que si uno no hace la foto parece que no haya estado allí.

Cosa rápida y vuelta al asfalto.

El paisaje durante la N-320 no da, realmente, mucho juego. Nada más salir de Cuenca, y tras un “gol” de mi amigo el GPS, nos encontramos con auténticos mares de girasoles, aunque un poco pachuchos y no los pudimos apreciar en todo su esplendor.

Más tarde, las grandes extensiones sembradas de cereales.

Una vez pasado Sacedón (Guadalajara), el Paraje de Entrepeñas se empezaba a vislumbrar…

…con su embalse formado por el caudal del Río Tajo.

Si se siguen las indicaciones de un cartel informativo de “CARRETERA PINTORESCA”, se puede atravesar el Tajo por la antigua carretera, disfrutando de las vistas que la N-320 no permite debido a la existencia de un túnel.

A partir de aquí, no hay mucho que significar, ya que nuestra idea era llegar a Madrid antes de comer para hacer un poquito de turismo…

…cenando donde nos recomendó un un buen amigo…

…y cumplir un “caprichito” de la artillera: el Musical del Rey León.

DÍA 3: MADRID - ZAMORA

MAÑANA: MADRID - SALAMANCA

Comenzaba una nueva etapa desde la capital. El tercer día nos iba a llevar a reencontrarnos con un par de amiguetes.

Desde el centro de Madrid, alcanzar la A-6, no debería ser problema. Tenía estudiada la salida, pero como uno no es muy diestro en las grandes ciudades, y mi amigo el GPS hace su propia guerra, tuvimos un ligero contratiempo. Menos mal que había carteles informativos suficientes y no nos retrasamos más de 5 minutos rodeando la Catedral de la Almudena.

Una vez encontrado el camino, el Arco de la Victoria era testigo del inicio de la A-6, la cual nos llevaría hasta Collado Villalba (Madrid), donde iniciaríamos la ascensión al Puerto de Navacerrada por la M-601.

Una vez coronado el puerto, el descenso, cuya zona más revirada transcurre por la CL-601, nos llevaría a La Granja de San Ildefonso (Segovia), donde estaba programada la primera visita del día.

Allí nos encontrábamos de nuevo con Cris y Chema, una pareja a la que habíamos conocido en la Nacional del Foro BMWMOTOS.COM, celebrada en junio. En dicha ocasión nos tocaba compartir mesa con tres parejas desconocidas con las que nos entendimos a las mil maravillas. Cris y Chema eran una de esas parejas.

Ellos regentan un pequeño negocio de venta de productos típicos del lugar. Si lo llego a saber antes…
Después de un café, muy amablemente Chema se ofrece para hacernos de guía y visitar el Acueducto de Segovia, llevándonos por una carretera alternativa mucho más divertida a la que teníamos pensado.

Fugaz visita al Acueducto para salir de Segovia rodeando el Alcázar y poner rumbo hacia Salamanca, donde nos esperaban para comer. Como el día se había nublado por partes, y ya nos habían caído algunas pequeñas gotas de lluvia, Chema nos indicó que lo mejor sería incorporarnos a la N-110 y que en Ávila cogiésemos la A-50, dado que no había mucho en la zona que mereciese la pena, y así podríamos llegar a Salamanca con más soltura.

En Salamanca nos esperaba Sonia. Bueno, en un pueblo a las afueras de la ciudad, desde donde la seguimos a un lugar recomendado por ella para comer. Allí, como no, pues nos contamos nuestras anécdotas, ya que solamente nos conocemos de un fin de semana motero en Gandía, que tuvo lugar en junio de 2014, aunque seguimos teniendo relación a través de las redes sociales.

TARDE: SALAMANCA - ZAMORA

Tras la comida, una pequeña visita a la Plaza Mayor.

Además, también nos contó cómo había sido su viaje como integrante del primer grupo participante en un tour que se está realizando por todo el continente americano. ¡¡¡Qué envidia me dio!!!

Y como no le gusta circular en moto, se ofreció a acompañarnos hasta Zamora.

De la ruta vespertina no cabe destacar demasiadas cosas, salvo la compañía de nuestra amiga, el Río Tormes a la salida de Salamanca y el ganado vacuno por los campos marrones de la meseta española.

A la llegada a Zamora, nos despedimos de Sonia…

… y nos fuimos en búsqueda del hotel. Después de una ducha, un poco de turismo a pie por el casco antiguo de la ciudad.

Sin idea de donde cenar, tiramos de TripAdvisor y nos decidimos por el restaurante “El Manojo”, un poco apartado pero que tenía buenos comentarios. En el lugar, la atención fue muy buena y no pudimos acabarnos ni la hamburguesa ni el sándwich.

DÍA 4: ZAMORA - NIGRÁN

MAÑANA: ZAMORA - VERÍN

Despejado. Sol. Condiciones inmejorables… Y empezábamos en día levantándonos con el pie izquierdo. Al repostar en Zamora, la chiquilla de la gasolinera no era muy alta, y con todo su empuje apretaba el gatillo del surtidor, cuando el flujo de gasolina saltaba por todos lados cual magma sale de un cráter. Con la esperanza de que el combustible no afectara a pintura ni asientos, emprendimos la marcha con una “discusión” con mi compañero de andanzas: el GPS.

Como no llegábamos a un acuerdo, decidí tirar por la ZA-P-1405 en vez de la N-122, la cual llevaba anotada en mis notas. Un poco de aventura sin rumbo no vendría mal, sabiendo que en cualquier momento podríamos escoger una ruta alternativa que nos devolviase a la de nuestros planes. Mereció mucho la pena.

Cruzábamos el Embalse de Ricobayo por la carretera mencionada…

…y seguíamos las instrucciones de la tecnología sin tener, de momento, un destino definido.

Una vez en Carbajales de Alba (Zamora), tenía una pequeña conversación con mi “amigo”, y parece que llegamos a un acuerdo. Desde donde nos encontrábamos, las indicaciones me convencían más, dada la posición del sol, me parecían más oportunas para la dirección en la que estábamos interesados en seguir.

De esta manera, la ruta trascurrió por la ZA-911 y la ZA-941, las cuales nos llevarían a la N-122, poniéndonos sobre la ruta organizada. Para ello, atravesábamos el Embalse de Esla a través de una carretera que nos ofrecía unos bonitos paisajes.

La N-122 nos llevaría hasta San Martín del Pedroso (Zamora), pueblo limítrofe con nuestro país vecino: Portugal.

La N218 hacía nuestras delicias de camino a Bragança (Portugal). Carretera de la sierra norte con buen asfalto y muchas curvas.

Desde Bragança (Portugal) a Vila Verde de Raia, la N103 era nuestra compañera mientras circulábamos bordeando el Parque Natural de Montesinho por su laso sur. Esta zona es casi más bonita que la anterior.

Ya estábamos a las puertas de volver a entrar en España, y a pocos kilómetros de llegar a Verín (Ourense), donde teníamos proyectado hacer la parada para comer. La “Casa do Pulpo” nos esperaba para deleitarnos con sus manjares propios de mi tierra natal.

TARDE: VERÍN - NIGRÁN

Tras una riquísima comida, aunque ligera a la vez (no queríamos empachar), comenzábamos el último tramo que nos llevaría hasta la casa familiar donde pasaríamos unos días visitando amigos y familiares.

Un nuevo malentendido tecnológico, nos llevó a recorrer 10 kilómetros en sentido opuesto. La verdad es que no puedo echarle toda la culpa al GPS, ya que el problema venía por la proximidad de dos pueblos con nombre similar que nos llevóa ese error, más las indicaciones de dos matrimonios, que hicieron que el error fuese completo.

Una vez solucionado el problema, nos dirigimos hacia Xinzo de Limia (Ourense), y de allí a A Cañiza (Pontevedra), atravesando antes el Embalse de Frieira, formado con el caudal del Río Miño.

Una vez en A Cañiza (Pontevedra), tomábamos la decisión de incorporarnos a la A-52, la cual nos llevaría hasta O Porriño (Pontevedra), pueblo que está a una media hora de la casa familiar.

También podríamos haber ido por la N-120, que está en muy buenas condiciones y es bastante divertida para ser una nacional, pero por la que ya habíamos circulado y preferimos avanzar más rápido para aprovechar la tarde con la familia.

Hasta aquí nuestra primera “etapa” del viaje. Muy satisfactoria por los lugares conocidos y por habernos reencontrado con personas a las que tenemos gran cariño.

DÍA 5 - 10: ESTANCIA EN GALICIA

Este año no hay mucho que contar en relación a la estancia en Galicia. Tanto como el año anterior habíamos aprovechado para hacer un poco de turismo con la moto, en esta ocasión las circunstancias no dieron tiempo para más.

Y como no hay mucho que contar, lo mejor en seguir con lo bueno, que ya se estaba acercando.

Volvemos hacia el Levante, con una ligera curva: ¡¡¡Transpirenaica!!!

DÍA 11: NIGRÁN - PALENCIA

MAÑANA: NIGRÁN - EL PUENTE (LAGO DE SANABRIA)

Después de la estancia por las Rías Baixas con familia y amigos, comenzaba lo verdaderamente interesante de nuestro viaje, siempre refiriéndonos a lo que a la moto respecta.

Para ello, nos esperaba esta primera etapa, más bien de transición, pero que nos hizo pasar por un par de lugares muy bonitos.

Saliendo de casa, decidíamos acelerar la ruta cogiendo la A-52 hasta Ourense. Poca cosa que contar en este tramo, salvo la niebla matutina que se puede encontrar uno en Galicia, sobre todo en la cercanía a los ríos, así como el Río Miño, que se dejaba entrever en algunas ocasiones, un poco más en las cercanías de Ourense.

Una vez en el centro de Ourense, encontramos carteles que nos dan las indicaciones oportunas para seguir la ruta que teníamos pensado: “ RIBEIRA SACRA – CAÑÓN DO SIL”.

Con dichos carteles y un GPS que no haga malas jugadas, como el mío, no hay problema en atravesar la ciudad y hacer la ruta que yo tenía planeada.

Una vez en la OU-536, uno ya puede empezar a disfrutar de los paisajes tan bonitos que ofrece Galicia. Además, la niebla se quedaba atrás, cubriendo la ciudad, y es sol iluminaba el paisaje.

A la altura de Vilariño Frío (Ourense), cogíamos el desvío hacia la OU-0604, carretera si marcas viales centrales que nos trasladaría a las montañas desde donde podríamos observar los famosos “Cañóns do Sil”. Disfrutar de esto en una mañana soleada era empezar el camino de vuelta de la mejor manera posible.

Poco a poco, la carretera parecía ser engullida por los árboles, que se amontonaban a orillas del asfalto.

Una vez pasada Parada de Sil (Ourense), y ya circulando por la OU-0605, el Río Sil empezaba a descubrirse entre la arboleda, aunque tímido y sin dejarnos apreciar toda su belleza.

La carretera se estrechaba, siquiera, un poco más. Al no haber tráfico, excepto un par de coches de vecinos o turistas, no era problema. Estábamos en plena naturaleza gallega, despidiéndonos de esta comunidad con ganas de perdernos en la misma.

Llegando a Cristosende (Ourense), los árboles desaparecían lentamente de los márgenes de la carretera, para permitirnos apreciar, cada vez mejor, la “Ribeira Sacra”: famosa zona por su plantación de viñedos dispuestos en escalones a las orillas del Río Sil.

Continuamos por esos bellos lares hasta llegar a Castro Caldelas (Ourense), donde hicimos un pequeño tentempié. La idea era comer en Viana do Bolo (Ourense), aunque todavía era temprano y la distancia era relativamente corta. Una vez allí lo valoraríamos.

Pero como no hay dos sin tres, a medio camino hacia Viana do Bolo (Ourense), mi “amigo” tecnológico y yo no llegamos a un acuerdo. ¡¡¡Qué raro!!! Atravesábamos un pequeño pueblo por caminos de hormigón, lo cual era sinónimo de que la cosa no iba demasiado bien en lo que a ubicación se refería.

Y nos dejamos llevar por la duda. Estábamos un poco desubicados, en medio de un bosque con una carretera sin marcas viales, por lo que no quedaba otra que confiar en la tecnología y esperar que el encuentro con la ruta prevista no se demorase en demasía.

Próximos a la OU-533, que nos llevaría hasta Viana do Bolo (Ourense), aunque sin saberlo, pudimos disfrutar de unos paisajes preciosos en los alrededores del Embalse do Bao, el cual tiene una extensión enorme, aunque no lo podíamos apreciar desde nuestra posición.

Nuevamente “en ruta”, por la OU-533 y de camino a Viana do Bolo (Ourense), podíamos ir descubriendo la magnitud de dicho embalse.

Como bien habíamos supuesto anteriormente, todavía era muy temprano para parar a comer, así que decidimos continuar hasta Puebla de Sanabria (Zamora) mientras disfrutábamos de las vistas…

… y recordando ese mal tan grave que suele sufrir la comunidad gallega: los incendios.

A uno se le viene a la cabeza algún tipo de tortura que sale en las películas…

Todavía en la provincia gallega, en A Gudiña (Ourense), creímos que lo más conveniente sería coger la A-52 y hacer la visita a los Lagos de Sanabria (Zamora) antes de comer, conocedores del tipo de nacionales que existen por el norte, que atraviesan muchos pequeños pueblos y te retrasan demasiado.

Un leve paso por Puebla de Sanabria (Zamora)…

… para poner rumbo hacia los lagos.

Y allí nos encontrábamos, en el inmenso Lago de Sanabria (Zamora), con turistas disfrutando de alguna de las pequeñas calas fluviales, ya que el día permitía tal lujo.

Un lugar perfecto para perderse unos días en la montaña.

Como íbamos bien de tiempo, y la tarde iba a ser totalmente de transición, decidimos subir a la Laguna de los Peces, que se encuentra a unos 20 kilómetros del Lago de Sanabria, una vez atravesado San Martín de Castañeda (Zamora). Está muy bien indicado y la carretera se acaba en las proximidades de dicha laguna.

Durante la ascensión, los paisajes se comentan solos…

Unas vistas de la Laguna de los Peces…

Como no estaba permitido aproximarse a la laguna con vehículo no autorizado, decidimos que era hora de comer algo en un pequeño pueblo que habíamos visto en la subida, El Puente (Zamora), y disfrutar de las vistas del Gran Lago mientras descendíamos. Además, en esas alturas, los vientos soplan de diferente forma, y tienen una temperatura un tanto fresca.

TARDE: EL PUENTE (LAGO DE SANABRIA) - PALENCIA

Después de una comida tranquila en una terraza, y antes de que el sueño hiciese acto de presencia, nos enfundamos la ropa y, de esa manera, arrancaba la que creemos fue la parte más pesada y aburrida de todo el viaje.

En Puebla de Sanabria (Zamora), cogimos la A-52 para acelerar la ruta lo más posible, ya que la N-525 poco nos podía ofrecer.

Aproximándonos a Benavente (Zamora), abandonábamos la autovía para enlazar con la N-610, la cual tampoco nos ofreció nada que poder reseñar, exceptuando las grandes extensiones agrícolas.

Después de rectas infinitas y paisaje monótono, llegábamos a Palencia.

Los kilómetros y el calor de la tarde habían hecho mella, así que necesitábamos una ducha urgente y un pequeño descanso antes de salir a dar un paseo por la ciudad y comer algo.

Palencia resultó ser una ciudad pequeña, aunque muy acogedora y tranquila. No nos importaría volver.

DÍA 12: PALENCIA - PAMPLONA

MAÑANA: PALENCIA - EZCARAY

Comenzaba un día con muchos ingredientes. Si bien era una etapa de transición hacia el inicio de nuestra principal aventura, el camino hacia Pamplona nos haría reencontrarnos con otra pareja de amigos: Conchi y Jose.

Para ello, salíamos de Palencia desconocedores de todo lo que nos rodeaba ya que era la primera vez que visitábamos la zona. El tiempo estaba un poco raro, incluso nos cayeron unas poquitas gotas, pero solamente abandonando la ciudad.

Desde Palencia hasta Santo Domingo de Silos (Burgos) no hay mucho que poder contar. Seguíamos circulando por carreteras con extensas rectas rodeadas de campo de cultivo, que ya se encontraban arados y el color marrón de la tierra aburre pronto.

Solamente destacar Torquemada (Palencia), donde el Río Pisuerga se dejaba ver un poquito…

… y Lerma (Burgos), que una vez íbamos entrando en el pueblo, nos sorprendía una enorme construcción en lo alto del mismo. Resultó ser el Parador. Pueblo castizo que merecería haberlo visitado con más tiempo.

En Santo Domingo de Silos (Burgos) no hay mucho que ver, exceptuando su famoso Monasterio. Como no somos muy amigos de pararnos a ver este tipo de estructuras arquitectónicas, decidíamos seguir la marcha para encontrarnos con los amigos.

Una vez dejado el Monasterio de Silos atrás, nos llevamos la primera sorpresa del día. Circulando por la BU-910 nos disponíamos a atravesar el Desfiladero de Yecla, espacio natural con gran biodiversidad, por el que fue un placer pasear en moto con el Río Mataviejas de acompañante.

Salas de los Infantes (Burgos) se encontraba a pocos kilómetros de allí, y no fue difícil llegar a la gasolinera donde habíamos quedado. Tras un breve saludo y el repostaje correspondiente, les explicamos cual era la ruta prevista. Como son conocedores de la zona, dijeron que era una ruta excelente para disfrutar de la moto y comer en Ezcaray (La Rioja), por lo que nos pusimos manos a la obra.

Comenzaba nuestro paso por la Sierra de la Demanda circulando por la BU-825, que nos adentraría hasta casi el corazón de la citada sierra, con el Río Pedroso como testigo en diversas partes del camino.

Ya nos encontrábamos recorriendo la BU-820 desde hacía un rato, disfrutando de la naturaleza que nos rodeaba, hasta llegar a Pineda de la Sierra (Burgos).

A partir de allí, continuando por la Sierra de la Demanda y de camino a Pradoluengo (Burgos), nos tocaba contemplar dos grandes embalses: el de Arlanzón y el de Urquiza.

Esta vez la artillera prefirió vídeo que fotos, así que os quedáis a la espera.

En Pradoluengo (Burgos), tuvimos que hacer una pequeña parada ya que el pueblo estaba en fiestas y la calle principal que se utiliza para atravesar el pueblo estaba cortada por una procesión. Pequeño descansillo y continuando…

Justo antes de llegar a la Comunidad de La Rioja, la BU-811 nos despedía de Castilla - León de la mejor manera posible, con un pequeño puerto con curvas muy bonito.

La Rioja nos recibía de la misma manera que Burgos nos había despedido: carretera revirada la LR-111.

Poco después llegábamos a Ezcaray (La Rioja), donde estaba previsto comer y disfrutar de la compañía que se había sumado ligeramente a nuestra ruta nacional.

TARDE: EZCARAY - PAMPLONA

¡¡¡Qué rico estaba todo!!! Una comida muy agradable gracias a nuestros anfitriones. Pero antes de que nos entrasen ganas del deporte nacional (siesta), debíamos ponernos en marcha, cada uno hacia su lado. Nos acompañaron hasta la salida del pueblo y volvíamos a despedirnos en marcha. ¡¡¡UN PLACER!!!

La ruta vespertina no fue demasiado significativa, y no por ello hemos de desmerecerla. Hasta Briones (La Rioja) fue un mero trámite hasta sumergirnos entre el mar de viñedos típicos de la zona.

A partir de allí, el paisaje se convierte en mar de vides del cual salen gran cantidad de buenos caldos existentes en nuestro país y las bodegas que se encargan de su comercialización.

Una vez en la N-232a, los paisajes siguen siendo los mismos descritos anteriormente…

… hasta que nos adentrábamos en la Rioja Alavesa. Aunque la base del paisaje seguía siendo la misma, daba sensación de haber pasado a la parte más rural del cultivo de la vid, donde las extensiones de cultivo distribuían de diferente forma, siendo los límites de los campos de cultivo más pequeños.

De manera que nos acercábamos a Navarra, los viñedos iban desapareciendo para dejar sitio a otro tipo de cultivos, de la misma manera que las montañas formadas por rocas se hacían más presentes.

Con el pensamiento equivocado de que el paisaje se iba a convertir en gris debido a la presencia de esas montañas de roca, el mismo se convertía en un bosque verde frondoso poco a poco, dejando atrás los diversos campos de cultivo, aunque la variedad paisajística del Norte siempre te puede dar cualquier sorpresa.

Ya nos encontrábamos a poca distancia de Pamplona (Navarra), circulando por la NA-700, la cual nos ofrecía la parte más revirada de la jornada, dejándonos divisar a lo lejos la capital navarra. Muy a lo lejos.

Resuelto un pequeño problema de alojamiento que nos restó una media hora, nuestro camino ya estaba escrito antes de iniciar el viaje. Rumbo a la Calle Estafeta, y primera parada en el Bodegón Sarría, de donde ya no saldríamos hasta irnos a descansar, pero no sin antes degustar una buena tapa de jamón 5J’s.

DÍA 13: PAMPLONA - LARRAU

MAÑANA: PAMPLONA - ORDOKI

Después de unos cuantos kilómetros sobre la espalda, llegaba el momento de comenzar lo mejor del viaje. Lo que realmente le da nombre a esta crónica. Empezaba nuestra particular “Transpirenaica – Route dels Cols”.

Para ello, saliendo de Pamplona (Navarra), nos dirigíamos a Hondarribia (Guipúzcoa) por la N-121-A.

El paisaje iba dejando entrever lo que, poco a poco, nos íbamos a ir encontrando. Solamente era un pequeño anticipo.

El Río Bidasoa también nos acompañaba en algunos tramos.

En poco tiempo se llega a Hondarribia (Guipúzcoa), ya que la nacional se encuentra en muy buen estado y el tráfico no es demasiado abundante.

La verdadera aventura estaba a punto de empezar desde un pequeño pantalán que nos encontramos en Hondarribia (Guipúzcoa), justo al lado del aeropuerto.

Después de haber leído varias crónica relacionadas con el paso por los Pirineos, muchas coincidían en la “necesidad” de seguir una tradición: coger agua del Cantábrico y echarla en el Mediterráneo, o viceversa, según el sentido de la marcha. Y así lo hicimos.

Con la botella llena de agua del Mar Cantábrico, nos disponíamos a cruzar hacia Francia y empezar el ascenso al primer puerto de nuestra particular lista.

El día había amanecido bastante nublado. Era cuestión de tiempo que empezase a chispear, incluso a llover. Eso no nos iba a detener.

Y… dicho y hecho. Decidíamos ponernos los trajes de agua en prevención de un aguacero mayor, aunque solamente caían unas pocas gotas.

Ya no había disculpas. Por tanto, comenzaba la “ascensión” a todos los puestos que habíamos previsto. Pero poco a poco.

De momento, los paisajes no diferían demasiado de los que habíamos empezado a ver ese día.

Y así, de buenas a primeras, rompíamos el hielo cuando aparecía el primer cartel de un puerto. El primero sería el Col de Saint Ignace (169 m).

Allí mismo se encuentra “Le Train de la Rhune”. Es un tren cremallera con el que se puede hacer una ruta por las montañas del lugar que tiene una duración aproximada de una hora y tres cuartos.

Como lo nuestro son las dos ruedas, continuamos hacia nuestra próxima conquista.

Volvíamos a entrar en España por Dantxarinea (Navarra), y la N-121-B sería la que nos hiciese coronar el siguiente puerto: Puerto de Otxondo (602 m).

Pensábamos que la ruta matutina nos ralentizaría más, pero sin darnos cuenta ya nos encontrábamos en Ordoki (Navarra). Ahí era donde teníamos pensado comer, así que encontramos un asador a pie de carretera e hicimos la parada correspondiente.

TARDE: ORDOKI - LARRAU

Volvíamos a ponernos en marcha con solamente dos puertos coronados. Nos estábamos dando cuenta de que ese día se nos haría corto, pero nos vendría bien para descansar de las dos primeras etapas y de la noche en Pamplona.

Todavía nos encontrábamos en la parte española, circulando por la NA-2600…

… cuando coronábamos un puerto más: Puerto Izpegui (690 m).

Desde dicho puerto, volvíamos a adentrarnos en Francia, y las carreteras empeoraban un poco en cuanto a mantenimiento se refiere.

Tampoco es que fuesen malas, pero parecía que uno se adentraba en un entorno mucho más rural. También sea dicho, se agradecía esa sensación de estar perdidos en la montaña.

Fugaz paso por Saint Étienne de Baïgorry (Francia).

Poco después pasábamos por Saint Jean Pied de Port (Francia), famoso pueblo para los peregrinos del Camino de Santiago, así como por ser el primer pueblo considerable si uno cruza a Francia proveniente de Roncesvalles (Navarra).

Una vez dejado el pueblo atrás, la ruta nos llevaría a coger la D18, con la que conseguiríamos llegar a otros puertos, denominados en conjunto como Cols d’Iraty.

Antes de incorporarnos a la D19, deberíamos haber pasado por tres puertos. Pero la verdad es que los dos primeros fue imposible identificarlos de ninguna manera: Col d’Haltza y Col d’Haritzcuruche. Consultados en internet, tampoco aparecen carteles de los mismos.

Así que el primero del que recibimos información fue el Col de Burdincurucheta (1135 m).

Los paisaje iban mejorando conforme íbamos ascendiendo.

Dejada atrás la D18, proseguía el ascenso por la D19. No nos faltaba mucho para llegar al destino, pero todavía teníamos “trabajo” pendiente.

Como ya nos había pasado anteriormente, aunque éste sí que está localizado, fue imposible encontrar el cartel del Col de Heguichouria. Aún así, en internet también es imposible hallar un cartel del mismo.

Nos estaba fastidiando un poco el no tener reportaje fotográfico de todos esos puertos. Era como una necesidad de un acta notarial de los lugares por donde habíamos pasado. Las vistas y sensaciones hacían que esas “necesidades” fueran muy volátiles.

Y al poco… uno más, con cartel y todo: Col de Bagargi (1327 m).

Comenzaba el descenso hacia Larrau, faltando todavía pasar por el último puerto del día, pero con la racha que llevábamos, otro cartelito que no apareció por lado alguno.

La verdad es que la lluvia no nos abandonó en todo el día, pero siempre muy poco a poco y la sensación que daba el asfalto era de estar seco, exceptuando alguna zona más húmeda.

Y hasta aquí llegó nuestro primer día por los Pirineos. Dada la experiencia, la travesía montañosa prometía mucho.

Después de un largo descanso en la habitación, el lugar y las vistas, acompañados de una cena espectacular, eran idílicos.

DÍA 14: LARRAU - ARREAU

MAÑANA: LARRAU - LUZ-SAINT-SAUVEUR

Amanecía en Larrau, con una inmensa tranquilidad en los alrededores y un cielo que dejaba muchas dudas de cómo nos trataría el clima ese día. Entre las nubes , los claros y la niebla, era difícil poder prever con certeza.

Tras un desayuno con unas vistas impresionantes, me entraba un poco el miedo que la lluvia nos fastidiase la etapa reina. Los puertos más conocidos nos esperaban escondidos tras la niebla.

Son esos momentos en los que aparece la gran positividad de la artillera para apaciguar cualquier contratiempo y poner una sonrisa ante las adversidades. De esta manera, empezaba nuestra ruta.

Los primeros paisajes ya hacían que uno se olvidase de todo. La lluvia nos respetaba de momento.

Nuestra intención era visitar “Les Gorges de Kakuetta”, cuya indicación estaba al incorporarnos a la D113, pero entonando el “mea culpa”, se me pasó el cartel indicador del lugar. La verdad es que no tengo ni idea de cuando lo pasamos porque creo recordar que iba atento a ello. Una disculpa para volver.

En poco rato íbamos a coronar los primeros puertos del día: Col de Suscousse (1216 m) y Col de Soudet (1520 m).

Poco después, y acompañado por la niebla, llegaba el siguiente: Col de Labays (1354 m).

Mientras hacíamos cuatro fotos, nos damos cuenta que la D441 por la que tendríamos que continuar, se encuentra cerrada por una valla elevable. Variando la ruta, nos teníamos que perder un puerto, pero en aquel momento no estaba seguro de cuántos íbamos a pasar de largo.

Cosas de la vida, aparece un coche por esa carretera cortada, le preguntamos al conductor si había algún problema en la carretera y nos dijo que no, por lo que levantamos la valla y continuamos nuestro camino a la espera de no tener que dar vuelta.

Y otro más “pa la saca”: Col d’Ichère (674 m).

Habíamos descendido unos cuantos metros, y en Escot (Francia), donde comenzaba un nuevo ascenso, la lluvia apareció. Menos mal que había una parada de autobús donde reSguardarse y abrigarse un poco más.

Poco después, y un poco remojaditos, llegaría uno de los famosos: Col de Marie-Blanque (1035 m). El cartel está plagado de pegatinas, además que la lluvia no nos permitió hacer una buena foto.

Nos habían dicho que las vistas desde este puerto eran increíbles, pero la climatología no nos permitió disfrutas de ellas. Algo pudimos pillar en la parte baja del puerto.

Antes de enlazar con la D934, deberíamos haber pasado por otro puerto, el Col du Porteigt, pero al igual que el día anterior, fue imposible tener conocimiento de su ubicación exacta.

El siguiente sería uno de los grandes. Se notaba la tensión en el ambiente. Para ello tendríamos que llegar hasta Eaux-Bonnes (Francia) y ascender por la D918.

La niebla aparecía por momentos y lugares, al igual que los animales salvajes.

Allí estaban las macro-bicicletas de colores. Habíamos coronado el Col d’Aubisque (1709 m). Con la pena de la niebla que nos impedía ver el paisaje desde lo alto, pero la enorme alegría de un pequeño reto conseguido.

No se acababa allí. El descenso se hacía complicado, entre la niebla y la poca lluvia. Marcha corta y a esperar unos pocos metros en que circulásemos por debajo de la niebla.

Y como quien no quiere la cosa… ya estábamos en el siguiente: Col de Soulor (1474 m).

Ya solamente nos quedaba desplazarnos hasta Argelès-Gazost (Francia) y, de allí a través de la D921 hasta Luz-Saint-Sauveur (Francia), donde estaba prevista la comida.

TARDE: LUZ-SAINT-SAUVEUR - ARREAU

Empezaba la tarde con mucha ilusión. Después de una comida ligera, nos disponíamos a subir hasta la Estación de Esquí de Luz Ardiden (Francia). Parecía que la niebla desaparecía para dejar sitio a las nubes y claros.

Había visto un montón de fotos realizadas desde esta estación de esquí, en las cuales se apreciaba perfectamente la carretera llena de curvas por la que se tiene que acceder.

Siempre me habían dado mucha envidia, y en ese momento nos tocaba a nosotros disfrutar como antes lo habían hecho otros compañeros.

Además, también la contabilizamos como puerto de montaña, ya que se encuentra incluída en la “Route dels Cols” destinada a los ciclistas: “Col de Luz Ardiden” (1715 m).

Desde la zona posterior de la estación, donde hay una gran explanada de tierra, intuyo que se han realizado las famosas fotos que yo había visto en diferentes crónicas. Pues una vez allí, la niebla lo había tapado todo. Decidimos descender un poco e intentar realizar la mejor foto posible, aunque nos costó un poco decidir el punto desde donde hacerla, ya que mi visión no coincidía con mi memoria en relación a las fotos ya observadas.

Incluso pudimos presenciar una pelea de carneros, aunque desde la distancia. Como para ponerme a defender mi posición contra semejante animal “cabezón”.

Nos despedíamos de Luz Ardiden con un sabor amargo por no conseguir la instantánea que me llevó a visitar ese lugar. Otro más que se queda anotado para volver.

Nos encontrábamos en Luz-Saint-Sauveur de nuevo, y desde allí, por la D921, nos desplazaríamos hasta Gavarnie (Francia).

Allí debíamos investigar las posibilidades de llegar has la Cascada de Gavarnie, la más alta de Francia y de Europa, con 423 metros de caída.

Una vez en Gavarnie, nos dimos cuenta que es necesario ir con bastante tiempo y ropas más cómodas para poder llegar hasta la cascada sin mayores problemas. Una foto a lo lejos y a esperar a otra ocasión para poder visitarla de cerca.

Un pequeño paseo por el pueblo…

Piernas estiradas, culo dolorido… Llegaba el momento del ascenso más esperado para mí. Cuántas etapas de “Le Tour de France” vistas en la tele; cuántas crónicas leídas que pasaban por allí; cuántas fotos vistas en su cumbre… A por el Tourmalet!!!

Tenía muchas ganas de coronar este puerto. Más que ganas, me hacía mucha ilusión. Y parecía que íbamos a tener suerte con la niebla, aunque por lo vivido anteriormente, en cinco minutos se puede fastidiar todo.

La niebla escondía los picos de las montañas, pero parecía que nos iba a respetar la subida y podríamos contemplar los paisajes que íbamos dejando atrás.

¡¡¡Por fin!!! Allí estábamos, en lo más alto del que supongo puerto más conocido de los Pirineos, mediáticamente hablando. El Col du Tourmalet (2115 m). Y nos hicimos fotos de todo tipo.

Incluso pretendía calcular lo que quería decir el cartel del tiempo que se encuentra de forma permanente en el lugar, pero todavía no he llegado a comprenderlo.

La niebla entraba con fuerza en la cumbre, y después de haber saboreado bien aquellos momentos tan esperados, nos pusimos en marcha con dirección al último puerto del día. El descenso lo hicimos lentamente, ya que la niebla era bastante espesa y también mojaba mucho la carretera. Por no hablar de los animales a su libre albedrío.

La niebla condicionó el resto de la ruta. El ascenso al siguiente puerto, el Col d’Aspin (1490 m), se basó en una fotografía a su cartel, ya que no se podía ver más a su alrededor.

Estábamos cerca de acabar la etapa reina, un poco desfigurada por la niebla, pero con sensaciones muy intensas.

Una vez en Arreau (Francia), nos costó un poco encontrar el alojamiento, lo que nos sirvió para conocer el centro del pueblo.

Si el alojamiento nos costó un poco, no os imagináis para cenar. Vimos un pequeño restaurante bastante lleno, pero nos apetecía conocer un poco la zona mientras dábamos un paseo, pero poco a poco nos dimos cuenta que no había más lugares donde cenar.

Rápidamente dimos vuelta y tuvimos la suerte de encontrar una mesa para dos, la única vacía en aquel momento. Buena cena y a descansar. Aún quedaba mucho por delante.

DÍA 15: ARREAU - AX-LES-THERMES

MAÑANA: ARREAU - SAINT LARY

Inmersos plenamente en los Pirineos, la etapa del día anterior sería difícil de superar. Aún así, estábamos dispuestos a que aquellas enormes montañas nos siguiesen sorprendiendo.

Con nuestra puntualidad mañanera habitual, dábamos comienzo a otro día de ascensos y descensos por nuestra particular “Route dels Cols”.

Camino de Azet (Francia), y en busca del primer puerto, la niebla nos permitía ver lo que el día anterior nos había quitado. Para qué explicarlo si podemos verlo…

Y, sin quererlo, ya nos encontrábamos en la cima del primer puerto del día: Col de Val Louron – Azet (1580 m).

Esta vez, los descensos nos permitían ver con lo que nos íbamos a encontrar.

Una vez en Génos (Francia), hacíamos una visita al enorme lago que se encuentra en dicho pueblo…

… lo rodeábamos…

… y nos incorporábamos a la D618 para llegar al siguiente puerto: Col de Peyresourde (1563 m).

Dirección a Bagnères-de-Luchon (Francia), los paisajes y la carretera no podían ser mejores. El día había amanecido inmejorable.

Desde allí, el siguiente ascenso nos llevaría a una pequeña “inmersión” en España, a través del Col du Portillon (1292 m).

Muchas veces nos quejamos del estado de las carreteras españolas, y no sin razón, pero en comparación con las francesas, en lo que a los Pirineos me refiero, son bastante mejores en sus condiciones generales. Así lo pudimos corroborar en este escaso tramo por nuestro país.

Y poco después de volver a Francia, ya nos encontrábamos con una consecución de puertos muy cercanos entre sí.

El primero: Col de la Menté (1349 m)

Asimismo, los paisajes seguían sucediéndose en cada descenso.

Ya nos habíamos olvidado eso de tener conocimiento de un puerto pero llegado el momento no saber ubicarlo. Y ahí teníamos uno, el Col de la Clin, que pasamos por sus inmediaciones y no nos dimos cuenta dada la poca señalización informativa. Y sabemos de su existencia porque nos lo dice el Sr. Google, que si no, seguimos viviendo en nuestra ignorancia.

Tal como dejábamos de buscar uno, nos encontramos con el ascenso al siguiente. Y en dicho ascenso, topábamos con una escultura en el arcén izquierdo que me llamó mucho la atención. Paramos y descubríamos que era un homenaje al ciclista Fabio Casartelli (1970 – 1995), el cual falleció durante el descenso del puerto que nos ocupaba.

Tras esa visita, y otra vez en marcha, uno se da cuenta del riesgo con el que viven esa clase de deportista, ya que las carreteras son muy estrechas, sin protecciones y la velocidad es muy alta en ocasiones.

Con una sensación un poco extraña, llegábamos a la cima de ese fatídico puerto: el Col de Portet d’Aspet (1069 m).

En el descenso a Saint Lary (Francia), la artillera andaba con ganas de hacerse una foto sobre un “rulo” de paja. Pues tan pronto vi unos accesibles, paré la moto y la animé a realizar su capricho.

La pobre no fue capaz de subir del todo. Pensaba que eran más pequeños, y acabó de esta manera:

Tras el encomiable esfuerzo, en Saint Lary no había donde comer, y suerte nuestra que encontramos un pequeño bar a la salida del pueblo, que ya estaba cerrando. No era todavía la una del mediodía, pero menos mal que accedieron a hacernos un plato combinado que estaba de muerte.

TARDE: SAINT LARY - AX-LES-THERMES

Después de la magnífica comida que nos habían proporcionado, volvíamos a la acción. El cielo se había cubierto y esperábamos que no se fastidiase el buen día que habíamos comenzado. El paisaje seguía siendo inmejorable.

Al poco, llegábamos al primer puerto de la tarde: el Col de la Core (1395 m).

Tras el paso por unos pequeños pueblos…

… llegábamos al segundo: Col de Latrape (1110 m).

El paisaje se iba haciendo más abrupto.

Siguiente puerto en coronar: el Col d’Agnes (1570 m).

Continuando el camino, nos encontrábamos con un pequeño lago donde hacíamos un pequeño receso en nuestra ruta.

La jornada se iba terminando, pero los Pirineos seguían ofreciéndonos preciosas vistas…

… cuando llegaba el último de la jornada: el Port de Lers (1517 m).

Desde allí a Ax-les-Thermes (Francia) solamente nos quedaba disfrutar de los paisajes que se nos ofrecían.

Una vez en los exteriores del hotel, nos encontramos con dos moteros alemanes que también se encontraban de ruta por los Pirineos. Uno era Helmut y del otro no me acuerdo el nombre, ya que era más reservado.

Tenemos un gran recuerdo de ellos, ya que con mi escaso inglés, pudimos charlar un rato y nos invitaron a una cerveza en aquella misma plaza, ya que tienen como tradición personal beberse una cerveza al lado de las motos cada vez que llegan a su destino. Y como estábamos con ellos, fuimos sus invitados.

Las cervezas recién compradas estaban en el suelo sin abrir, pero creo que yo tenía mucha sed y ya hacía el gesto de llevarme una a los morros.

Una vez duchados, nos fuimos de paseo por el pueblo buscando sitio donde cenar. Y encontramos uno donde la cena no nos dejó indiferente.

DÍA 16: AX-LES-THERMES - CADAQUÉS

MAÑANA: AX-LES-THERMES - CÉRET

¡¡¡Se acaba lo bueno!!! Último día recorriendo los Pirineos.

Comenzaba el día despidiéndonos de nuestros amigos alemanes y deseando volver a vernos por cualquier carretera del mundo. Aunque a ellos les gusta bastante el “off-road”, y a mi más el asfalto. De todas formas, me dieron un correo electrónico por si alguna vez me paso por Alemania.

Dispuestos a coronar los puertos previstos para ese día, y con el depósito recién lleno, emprendíamos el camino.

Esta jornada matutina iba a transcurrir por carreteras estrechas. Los puertos que tocaban no eran tan conocidos como los visitados anteriormente.

Aún así, los paisajes de esos parajes no decepcionaban en ningún momento.

Y llegaba el primero del día: Col de Pailheres (2001 m).

El día era soleado, pero a esas alturas, nos tocaba sufrir un viento bastante fuerte. No se puede tener todo en la vida.

El descenso de este puerto se hacía un poco complicado. La sucesión de curvas cerradas con aquel viento nos hacía circular con mucha precaución. No era día para despeñarse.

A la altura de Mijanès (Francia), agradecíamos estar más protegidos y continuar la ruta sin tantos riesgos. Aún teníamos que volcar el agua del Cantábrico.

Desde allí hasta Puyvalador (Francia) circulábamos por barrancos increíbles que nos parapetaban del viento.

Aún nos quedaban unos cuantos puertos, y el siguiente no tardó en llegar. Sin hacerse muy notorio, allí estaba: el Col de la Quillane (1714 m). La verdad es que sí vimos el cartel que marcaba su ascenso, pero ni nos enteramos al pasar por su cima.

La carretera había mejorado, en lo que a amplitud se refiere, pero a la altura del Lago de Matemale volvíamos a sufrir el fuerte viento que hacía que el lago, en vez de parecer eso, pareciese un pequeño mar embravecido.

En las cercanías de Mont-Louis (Francia), debíamos desplazarnos un poco de la ruta lógica para llegar al siguiente puerto: el Col de la Perche (1579 m).

En este lugar nos dábamos cuenta que estábamos dejando atrás las grandes cumbres de los Pirineos. Los pueblos ya eran más grandes, con más circulación en las carreteras, y se perdía ese ambiente rural tan típico. También se notaba por que las llanuras eran más extensas entre montaña y montaña.

Aunque estos lugares te sorprenden en cualquier momento, y parece que estás retrocediendo sin quererlo.

Pero no nos equivocábamos demasiado. En Villefranche-de-Conflent (Francia) nos encontrábamos con una fortaleza a orillas del río, donde eran más abundantes las autocaravanas que los turismos. Síntomas de un turismo más masificado.

Continuamos por la N116, hasta Bouleternère (Francia), donde comenzaría nuestro tramo final en lo que a puertos de montaña se refería.

A partir de allí, la carretera se hacía bastante estrecha, con un asfalto regular y muy revirada.

Después de un infinito de curvas retorcidas, llegábamos al siguiente: Col Fourtou (655 m).

El periplo empezaba a hacerse cansado. Estábamos avanzando más de lo esperado para esa mañana. Habíamos decidido terminar con la “zona de montaña” antes de comer, el clima mediterráneo se hacía patente y el calor ya molestaba un poco.

Poco después, tras el Col Fang y el Col del Ram que tampoco estaban indicados, rápidamente apareció el
que sería último puerto de esta aventura, el Col Xatard (752 m).

Comenzaba el último descenso como tal, el cual se hacía un poco largo, porque además de las otras adversidades, el viento también hacía acto de presencia. Creo que hasta eché algo de menos la niebla del Aubisque.

La ruta nos dejaba un par de bellas estampas antes de comer en Cerèt (Francia).

TARDE: CÉRET - CADAQUÉS

¡¡¡A esto le quedaba poco!!!

Con las montañas dejadas atrás y otra experiencia vivida, nos aproximábamos a la costa mediterránea. Todavía no habíamos finalizado la ruta en sí. El ritual seguía pendiente.

Me habían recomendado visitar Collioure (Francia), y como quedaba de paso…

La verdad que es un pueblo precioso, pero con los cascos en la mano, el sudor recorriendo la espalda y la gran cantidad de gente que había, pues sería mejor volver en otra ocasión a visitarlo con calma. Es muy bonito lo poco que vimos.

Posteriormente, la D914 nos iba mostrando distintos lugares de la preciosa costa hasta llegar a Cerbère (Francia).

En Cerbère debía concluir esa parte del viaje. Después de 37 puertos, lluvia, niebla, sol, calor, viento y unos lugares impresionantes con paisajes espectaculares, llegaba la hora de “mezclar” el Mar Cantábrico con el Mar Mediterráneo. Transpirenaica finalizada.

Pero todavía nos faltaba recorrer la N-260 que nos llevaría por la fantástica costa gerundense, con sus innumerables curvas…

… las secundarias GI-612/613/614 que nos permitían atravesar el Parque Natural del Cap de Creus hasta llegar a Cadaqués (Gerona).

Una vez “hechos personas”, y como el hotel quedaba en la parte alta del pueblo, bajamos dando un paseo por sus estrechas calles hasta la zona marítima, donde nos relajamos merecidamente, cenamos y nos fuimos a descansar a la espera de la última jornada.

DÍA 17: CADAQUÉS - VINAROZ

MAÑANA: CADAQUÉS - CASTELLOLÍ

Al igual que en cualquier viaje, vacaciones y, en definitiva, todo en esta vida, siempre hay un final. Y el de nuestra peripecia también se acercaba.

Como casi siempre en nuestros viajes o pequeñas salidas en moto, la última jornada consiste en una mera transición hasta llegar a casa. El calor volvía a hacer acto de presencia, se notaba el clima mediterráneo, por lo que nos adentrábamos un poco en la comunidad catalana buscando “la fresca”.

Nuestra intención era hacer una pequeña visita a la Abadía de Montserrat (Barcelona) antes de comer, por lo que decidimos hacer una ruta bastante directa.

Para ello, debíamos atravesar la comarca de “El Moianés”, de reciente constitución y con una carretera, la N-141c, muy divertida en alguno de sus tramos.

Poco a poco, si iba vislumbrando la Muntanya Montserrat, donde está “incrustada” la famosa Abadía.

La carretera que da acceso a la Abadía desde Monistrol de Montserrat (Barcelona) es un lujo para el motero. Lo malo es que suele estar muy transitada por los turistas que visitan el lugar.

Una vez arriba, pedimos permiso a una de las personas que mantienen el acceso ordenado de vehículos a la zona para hacer un par de fotos y dejar la moto un poco “en medio”. Fue muy amable y no puso impedimento alguno.

Como no pensábamos que hubiese tanta gente, y como me pongo un poco “tontuco” cuando me aprieta el calor, la artillera asintió cuando le dije de continuar.

De allí, decidíamos continuar sin un punto fijo donde comer. Además, no podíamos cerrar el viaje sin mi último encontronazo con la tecnología. Aunque asumo un 10% de la culpa, el GPS también ponía su granito de arena para despedirse.

Finalmente, las aguas fueron a su cauce y en Castellolí (Barcelona) hacíamos la parada de repostaje estomacal.

TARDE: CASTELLOLÍ - VINAROZ

Y sin más dilaciones, después de 3700 kilómetros aproximadamente, el tramo restante era un simple trámite hasta llegar a casa.

La artillera se permitía el lujo de guardar la cámara y relajarse un poco sin la necesidad de realizar fotos.
Solamente me queda indicar que la C-37, desde Igualada (Barcelona) a Valls (Tarragona) es una auténtica gozada, recomendable para hacerla en moto porque es divertidísima.

Y aquí concluye nuestra peripecia tras una multitud de encuentros con gente a la que queremos y una aventura a través de las montañas que nos separan de nuestro país vecino.

Un saludo de Estefanía y Pedro. Nos vemos en la siguiente.

RELACIÓN DE HOTELES:

Todos los hoteles fueron reservados con antelación a través de Booking.com. Más que los precios, que también, buscamos comodidades, buenos accesos y parking privado para la moto.

En el resto de lugares donde hicimos noche y que no aparecen relacionados con ningún hotel, es porque la Empresa me facilita alojamiento a un muy buen precio.

Hotel Ganivet (Madrid)

Hotel 3*** en el centro de Madrid. A diez minutos andando de Plaza Mayor. Buenas calidades, limpieza y céntrico.

Hotel Etchemaïte (Larrau)

Hotel 2** en el pequeño pueblo de Larrau. Precioso lugar para el descanso y la desconexión total.

Habitaciones sencillas en una casa rústica, con un gran salón para comidas y unas vistas espectaculares de los Pirineos. Tienen un garaje/almacén donde nos dejaron guardar la moto, aunque más de dos motos no entrarían.

Apartamentos Les Balcons de la Neste (Arreau)

Apartamentos 3*** con cocina, baño y varias camas, según necesidad. Tranquilo, con garaje comunitario en el sótano. Por esas fechas casi no estaban habitados. Es una especie de urbanización en la parte alta del pueblo. Solamente hay que tener cuidado con la hora a la que se llega, porque si no tienes comida para preparar en el apartamento, los bares cierran muy pronto.

Hotel Le Breilh (Ax-les-Thermes)

Hotel 2** un poco curioso. Algo anticuado pero que hace la función, tiene una combinación de colores en las habitaciones un poco extraños. Se siente algo de ruido de las otras habitaciones. Está en la zona más transitada del pueblo, céntrico y no hay que desplazarse demasiado para dar un paseo y visitar la zona. Gran cantidad de bares y restaurantes para elegir. No tienen garaje, pero hay una plaza justo al lado y nos informaron que no suele haber ningún tipo de problema.

Hotel S’Aguarda (Cadaqués)

Hotel 3*** en la parte alta de Cadaqués. Hotel sencillo con buena atención, con parking en la calle pero vigilado 24 horas por cámara y desde la recepción. Para llegar a la zona marítima, basta con dar un pequeño paseo por las estrechas calles del pueblo. Ideal para estirar las piernas después de una ruta.

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